Un equipo de investigadores dirigidos por Maciej Boni, del Centro de Dinámica de Enfermedades Infecciosas de la Universidad Estatal de Pensilvania, afirman a través de un estudio publicado en la revista Nature Microbiology que el murciélago de herradura es el origen del SARS-CoV-2.
Pero el coronavirus no apareció en este 2020, sino que ha circulado inadvertidamente entre los murciélagos desde hace décadas, señala la misma investigación. Asimismo, los expertos creen que los pangolines no actuaron como huésped del virus, pero que probablemente sí desempeñaron un papel importante mediante su transmisión.
Las conclusiones se dieron luego de meses de intentos de rastreos del que se cree es un nuevo virus, y que muchos debates ha desatado entre la comunidad científica a tal punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) envió expertos a China para comprobar la teoría de que el patógeno escapó de un laboratorio en el país asiático.
En este caso, los científicos reconstruyeron la evolución del virus rastreando su historial de recombinación y, de no haber duda sobre que el coronavirus proviene de los murciélagos, esto mostraría lo difícil que será de ahora en adelante identificar un virus con potencial de causar brotes humanos relevantes antes de que emerjan.
Como explica Boni, el estudio subraya la necesidad de una red global de sistemas de vigilancia de enfermedades humanas en tiempo real, pues el seguimiento del origen del virus es crucial al inicio de un brote debido a que permite a las autoridades de salud separar a las personas del huésped animal del patógeno y, más tarde, ayudar a evitar futuras crisis de salud.
Cabe señalar que los investigadores advirtieron que otros linajes de virus en murciélagos podrían desencadenar el mismo potencial de propagarse a los humanos, tal como lo hace ahora el SARS-CoV-2.