“El arte siempre buscará la forma de prevalecer”, afirma Violeta Quispe, una joven que al reflexionar con su madre sobre los efectos de la pandemia de coronavirus, se percató de algo que pareciera ser poco importante, pero que a ellas les ha devuelto el trabajo: la emergencia sanitaria “nos quitó la sonrisa del rostro”, obligándonos a usar cubrebocas para mantenernos sanos.
Ante ello, las dos artesanas originarias de la ciudad de Ayacucho, en Perú, idearon “una forma de llevar positivismo” a la gente, elaborando mascarillas con un toque de su arte, los bordados indígenas.
"¿Por qué perder la sonrisa debajo de una mascarilla, por qué no lucir arte?"
Violeta y su mamá, doña Gaudencia Yupari encabezan el taller textil Viga, que este año se preparaba para exportar sus creaciones, inspiradas en los elementos de las polleras sarhuinas, prendas que se caracterizan por combinar texturas, hilos y colores.
Sus planes se vinieron abajo con el surgimiento del coronavirus, que paralizó su actividad. Por fortuna, la creatividad y capacidad de observación de Violeta les hizo incursionar en un nuevo negocio.
“Yo veía en las calles a toda la gente con un aspecto sombrío, con las mascarillas blancas y dije, ‘¿por qué perder la sonrisa debajo de una mascarilla, por qué no lucir arte?’”.
Violeta Quispe, artesana.
Hiciero 2 cubrebocas, se tomaron fotos para Facebook y se viralizaron
De acuerdo con sus publicaciones en Facebook, Violeta considera que ante la adversidad, el arte “es una forma de aliviar el alma” y por ello la propuso a su madre la creación de mascarillas con un toque de su cultura e identidad.
Doña Gaudencia no estaba muy convencida, sin embargo se animó a hacer dos cubrebocas. Cuando se los mostró a Violeta, ella le pidió tomarse algunas fotos usándolos y, pese a la vergüenza que su madre sentía, las subió a redes sociales.
La publicación se viralizó y desde ese momento, afirman, los pedidos de mascarillas no cesan, desde todas partes del mundo.
Ahora dan empleo a muchas personas de su comunidad
La elaboración de cada mascarilla toma por lo menos dos horas, lo que implica mucho trabajo. Gracias a ello, el Taller Viga ahora brinda empleo a muchas costureras de su comunidad.
Violeta afirma que sus mascarillas pueden durar hasta cinco meses, dependiendo del cuidado, que consiste en el lavado con agua y jabón, sin riesgo de que la tela o los bordados se dañen.