A todo mundo nos ha pasado que después de comer nos da el famoso ?mal del puerco?, esto porque nuestro organismo toma cierta energía para realizar el proceso de digestión.

Existen lugares donde se acostumbra tomar una siesta después de la hora de la comida, ya que esto te ayuda a sentirte mejor y tener toda la fuerza necesaria para continuar con la jornada laboral.

La siesta no es tiempo perdido: permite recuperar, cargarse de energía, y además ofrece otras muchas ventajas. Pero, ¿cuáles son las verdaderas virtudes de la siesta?

Practicada con frecuencia (al menos 3 veces en semana), la siesta reduce el riesgo de accidentes cardíacos y de enfermedades cardiovasculares en un 30% ya que reduce el estrés.

Conviene saber que en la siesta, el organismo libera dos hormonas: la adrenalina y la noradrenalina. Estas hormonas participan en el despertar, puesto que estimulan el ritmo cardíaco, lo que permite una irrigación más importante del cerebro.

Durante la siesta, nuestra actividad cerebral es menor, pero no nula. Nuestro inconsciente trabaja: dejamos libre curso a la expresión y a la proyección de las imágenes almacenadas durante la vigilia.

Este fenómeno es más pronunciado durante una siesta que durante una noche de sueño, y es que la siesta nos mantiene en una fase del sueño más ligera y más propicia a este tipo de inspiraciones.

¿Te ha pasado que estás dormido y piensas en alguna solución a algún problema? Durante este sueño ligero, nos podemos acordar fácilmente de las soluciones inconscientes establecidas por nuestro cerebro. De esta forma se pueden elaborar estrategias de las que nos acordamos algunos minutos más tarde al despertar.

Dormimos cada vez menos. El trabajo, el estrés y las preocupaciones evitan que el cuerpo se reponga por la noche, así que el no descansar correctamente reduce la concentración y dificulta el aprendizaje de los niños y de los adolescentes.

La siesta no requiere una inversión de tiempo importante (de 10 a 30 minutos). Para los que tienen más prisa, se les puede recomendar las micro siestas (solo unos cuantos minutos), que se puede realizar en el mismo lugar de trabajo, o en los transportes públicos.

Una siesta reduce el estrés y aumenta la productividad, lo que favorece el sueño nocturno.