El ejercicio es una de las actividades más recomendables para tener un cuerpo saludable, ya que favorece el buen funcionamiento de órganos como los pulmones y el corazón. Pero hay uno especialmente beneficiado, que seguramente no imaginabas: el cerebro.

David Raichlen, profesor en el área de Biología Humana y Evolutiva en la Universidad del Sur de California, señaló que existe una razón antropológica sobre los beneficios del ejercicio en el cerebro. 

El miércoles, al participar en el primer Simposio virtual internacional de Neurociencias y Bienestar, organizado por Fundación Ineco y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el antropólogo explicó que cuando nuestros antepasados homínidos pasaron de caminar en cuatro patas a desplazarse erguidos, solo con las patas traseras, se dio lugar a una serie de adaptaciones anatómicas y conductuales que nos distinguen de otros primates.

“Esta postura bípeda significa que hay momentos en que nuestros cuerpos se equilibran precariamente sobre un pie en lugar de dos o más extremidades como en otros simios. Para lograr esta tarea, nuestros cerebros deben coordinar una gran cantidad de información y, en el proceso, hacer ajustes a la actividad muscular en todo el cuerpo para mantener nuestro equilibrio”<br>

David Raichlen, antropólogo

El antropólogo señaló que al coordinar estas acciones, los humanos también deben estar atentos a cualquier obstáculo ambiental, por lo que sostuvo:

“Simplemente porque somos, nuestros cerebros pueden estar más desafiados cognitivamente que los de nuestros antepasados cuadrúpedos”

David Raichlen, antropólogo

Raichlen indicó que también la vida de nuestros ancestros cambió al incorporar niveles más altos de actividad aeróbica (ejercicio), cuando hace unos dos millones de años los hábitats se secaron bajo un clima frío, obligando a los humanos a alimentarse de una nueva manera, cazando animales y recolectando alimentos vegetales.

Según el especialista, esto llevó a un aumento de las demandas en el cerebro, impulsando las conexiones entre las neuronas existentes, en lugar del nacimiento de nuevas neuronas. Esto explica los efectos beneficiosos del ejercicio en la corteza prefrontal, sostuvo.

El experto señaló que esta perspectiva evolutiva de la neurociencia sobre el ejercicio y el cerebro tiene profundas implicaciones para los humanos de hoy, considerando que en la sociedad moderna, las personas no necesitan participar en actividades físicas aeróbicas para encontrar comida para sobrevivir. Ante ello, alertó:

“La atrofia cerebral y los declives cognitivos concomitantes que ocurren comúnmente durante el envejecimiento pueden estar en parte relacionados con nuestros hábitos sedentarios”

David Raichlen, antropólogo