Un escáner dental permitió a un equipo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus sigla en inglés), leer cartas escritas en el siglo XVII en Europa, sin abrirlas ni dañarlas, dado que estaban dobladas de tal manera que se convertían en su propio sobre, que al ser abierto se rompía.
De acuerdo con la investigación, publicada en Nature Communications, este procedimiento servía para proteger la carta. Por este motivo, utilizaron un escáner de microtomografía de rayos X altamente sensible desarrollado en los laboratorios de investigación dental de la Universidad Queen Mary de Londres, y un algoritmo elaborado por computadora.
Las fotos de las cartas fueron publicadas en el mismo portal, donde se explica que corresponden al periodo renacentista, y fueron denominadas Colección Brienne, que es un baúl de correo que conserva más de 3 mil artículos de finales del siglo XVII y principios del XVIII que no fueron entregados.
"Es posible que podamos leer el contenido de esta manera, pero el contenido no es la única característica interesante de una carta. Una vez que son abiertas, perdemos evidencia de cómo fueron dobladas y selladas"
Daniel Starza, autor del estudio.
El material, con unas 600 cartas sin abrir, se encuentra en La Haya, Países Bajos. De acuerdo con Daniel Starza, profesor de Literatura Inglesa Moderna Temprana en el King’s College de Londres y uno de los autores del estudio, "este algoritmo nos lleva al corazón de una carta cerrada".
¿Cómo se empleó un escáner dental para leer cartas del siglo XVII?
Un escáner de microtomografía de rayos X se usó para obtener la configuración de varias cartas del siglo XVII en tres dimensiones, mientras que un algoritmo elaborado por computadora detectaba las capas de papel y reconstruía la hoja original antes de ser plegada.
Así se logró conocer el contenido de una carta fechada el 31 de julio de 1697, en la que un hombre llamado Jacques Sennacques solicitaba a su primo Pierre Le Pers, un comerciante oriundo de Francia que se había instalado en La Haya, una copia certificada del documento de defunción de Daniel Le Pers. "Hemos aprendido que las cartas pueden ser mucho más reveladoras cuando no están abiertas", concluyeron los investigadores.