Sin saber, a diario estamos expuestos en las redes sociales, desde las cuales entregamos información personal y lo peor, sin darnos cuenta.
Por tal razón acá dejamos estas cinco reiteradas acciones que solemos practicar y que pueden llevarnos a pasar un mal momento si de privacidad de trata.
1. Las aplicaciones para espiar
Por la prisa de saber si su pareja es infiel, los más celosos e intensos instalan cualquier aplicación que les promete descubrir la contraseña del Facebook de su novio (a), saber quién entra a su propio perfil o acceder a chats ajenos de Whatsapp.
Esta ingenua artimaña logra un efecto contrario. Además de que nunca le revelan la contraseña de la pareja, sí les roban la suya, envían mensajes a sus contactos sin que usted se dé cuenta, lo hacen quedar en evidencia frente a quien intentó hackear y, en el peor de los casos, se adueñan de sus cuentas, con las evidentes consecuencias que esto traería.
2. Los videos eróticos fantasma
“El video que Facebook no quiere que se publique”, “Mira este video antes de que lo borre Youtube”, “Si eres hombre y te encantan las mujeres, tienes que ver este video”, “Estas chicas se revuelcan en lodo por un hombre”. Seguramente se le hacen familiares estas frases porque las ha visto en el muro de Facebook de algún amigo. Estos titulares van acompañados de la imagen de un video subido de tono.
Todo es tan inteligentemente atractivo y morboso, que es casi imposible no dar clic. Pero no lo haga. Aguántese las ganas. La razón es que nunca llegará a ver ese video y sí estará abriendo la puerta para que hackeen sus cuentas. A eso súmele que quedará como un pervertido ante sus amigos en Facebook porque al hacer clic, sin darse cuenta lo está compartiendo y publicando también en su muro.
3. La fiesta que nunca fue
“¡Mira esta foto en la fiesta de anoche! ¡Te ves genial!” Es la frase genérica que llega desde una cuenta hackeada, por ejemplo por el caso del punto 1. Puede venir de un amigo en Facebook, un mensaje directo de alguien que lo sigue en Twitter o de un contacto en su correo. Al hacer clic en el enlace que supuestamente muestra la foto, se lleva a cualquier lugar que nunca tiene tal foto.
Ese enlace, en cambio, puede llevar a una página llena de contenidos impactantes (algo como lo que se explicó en el punto 2, o simplemente está descargando un virus en su computador o un robot que espiará su navegación y sus contraseñas en el computador sin que usted se dé cuenta.
4. Las contraseñas
El exceso de información pública al alcance de cualquiera, como las fechas de cumpleaños de los hijos, el nombre del perrito que acaba de irse al cielo de las mascotas o la foto del primer carro, son perfectos para que cualquiera adivine una contraseña.
Las contraseñas más populares, luego de las más estúpidas, “1234” o “0000”, son las relacionadas con los datos, las fechas y los nombres más relevantes en la vida de una persona. Pero si esta no se logra descubrir, las preguntas de seguridad que existen como filtro para proteger nuestra seguridad en caso de olvidar la contraseña hacen incluso la tarea más fácil.
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5. El correo del banco
La modalidad más directa y más peligrosa, porque implica además pérdida de dinero, es la de los correos falsos de bancos y administradores de correos electrónicos. Los correos falsos de banco le piden descaradamente responder el mensaje con sus números de tarjeta o sus claves, como una supuesta acción para actualizar datos. A diario cientos de inocentes caen.
Los delincuentes también envían correos desde cuentas falsas cuyo remitente es “Administrador de Gmail” o del nombre de su empresa. Los bancos jamás piden contraseña por este medio. Estos correos fraudulentos además no dan opción de comunicarse con un número telefónico y no lo saludan por su nombre.
Con información de Semana