Durante mucho tiempo fue sólo la esposa de Gregorio Martínez Sierra, quien se convirtió en un clásico de la literatura a costa de su pareja, mientras que María Lejárraga permanece desconocida entre el público. Este Día internacional de la Mujer, te contamos de su vida y obras: la historia de una mujer y escritora oculta.
Gregorio sigue siendo conocido como uno de los dramaturgos españoles más famosos de principios del siglo XX, pero es María la autora de las obras que lo catapultaron a la fama y al respeto de todos los intelectuales de la época. Uno de los ejemplos, "Canción de cuna", firmada por él, la escribió Lejárraga.
María Lejárraga, la única obra firmada a su nombre
María Lejárraga nació en 1874 San Millán de la Cogolla, España. En 1927 la revista "Iris de Paz" arremetió contra ella por ser socia del Lyceum, un club femenino en donde se realizaban conferencias culturales y se tomaba el té, pero que fue tachado como un espacio en donde se reunían locas y criminales.
Lejárraga era culta, amaba el teatro, escribía mucho, trabajaba, hablaba varios idiomas y tenía estudios superiores. Pero, sí, llegó aquí el gran pero que ha impedido el desarrollo de muchas mujeres a lo largo de la historia: a los 23 años conoció a Gregorio Martínez Sierra; el tenía 17 que también afinidad por el teatro y la literatura.
A pesar de los cinco años que llevaba como maestra, sólo podía independizarse a través del matrimonio, así que tras su primera obra, "Cuentos breves", no volvió a publicar nada a su nombre. La pareja editó cuatro libros de Gregorio escritor por ella, se casaron, vivían del sueldo de María como profesora, quien trabajaba todo el día y por la noche escribía las obras teatrales.
María Lejárraga, sin nombre y como "la otra"
María Lejárraba trabajaba en todas las obras que Martínez Sierra montaba en su compañía, exprimiéndola para escribir nuevas ideas. Y mientras tanto, este tenía una amante, Catalina Bárcena, una joven actriz por la que no dejó a María, pues gracias a esta se hacía de dinero. Ella, destruída, intentó suicidarse en 1909 en el mar de Barcelona, de donde fue salvada por un hombre, afirma Rosa Montero en su libro "Nosotras. Historias de mujeres y algo más".
Para 1992, Catalina tuvo una hija con Gregorio y María se separó finalmente de él y se mudó a Francia, pero siguió escribiendo para su esposo, que le exigía innumerables textos. Después, este se va a Argentina con su nueva pareja olvidándole de Lejárraba y sin enviarle el dinero de sus obras, por lo que ella tuvo que ocultarse de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, sin un peso y casi ciega por una doble catarata.
María Lejárraga, un giro feminista y el ajuste de cuentas
Tras la muerte de Martínez Sierra, el 50 por ciento de los derechos de las obras de María Lejárraga pasaron a ser de la hija de Catalina Bárcena, pero en 1917 la escritora comenzó a lanzar ensayos y libros feministas , todos con la firma de su difunto esposo. Tras aguantarlo todo, hizo que bajo el nombre de Gregorio se defendieran públicamente sus argumentos.
Maravilla de giro en la historia: Martínez Sierra aparece como autor de textos que denuncian públicamente la injusticia y violencia en contra de las mujeres:
"Las mujeres callan porque, aleccionadas por la religión, creen que la resignación es virtud; callan por miedo a la violencia del hombre, por costumbre de sumisión. Callan, en una palabra, porque en fuerza de siglos de esclavitud han llegado a tener alma de esclavas"
¿Por qué María Lejárraga guardó silencio tanto tiempo?
María Lejárraga alzó la voz y comenzó a hablar durante la República e incluso comenzó a ofrecer conferencias feministas. Se hizo socialista y se presentó en las elecciones de 1933. En su biografía "Una mujer por caminos de España", se atreve a decir que las obras de Gregorio se hicieron en colaboración suya, revelando sólo una parte de la verdad, pues todo el trabajo es suyo.
- 1. En su biografía explica que no firmó a su nombre porque su primer volumen de cuentos fue recibido con frialdad con su familia y se juró no volver a publicar nada como María Lejárraga
- 2. Al ser maestra, no quería empañar la pureza de su nombre con la sucia fama que tenían las mujeres pensantes de su época, pues eso le habría arrebatado su trabajo y sustento
- 3. Por un inmerecido amor hacia Gregorio Martínez Sierra (codependencia, quizá, algo que en esos tiempos no era tratado ni mencionado como para haberlo conocido y salir bien librada).