Por fin la ciencia ha decidido meter su cuchara en el asunto y explicarnos de una vez por todas por qué existen enamorados tan disparejos. 

Según afirma un estudio de la Universidad Estatal de Florida, si un hombre es físicamente atractivo, puede traer consecuencias negativas en sus esposas, especialmente si estas no son guapas, como está socialmente establecido. 

La investigación de la estudiante Tania Reynolds, quien analizó las relaciones de 113 parejas de 20 años, reveló además que ser igual de atractivas no es una obsesión para aquellas mujeres casadas con hombres poco agraciados

"Aquellas que no tienen maridos guapos, no sienten la necesidad de hacer esfuerzos físicos ni alimenticios para estar en la competencia de sensualidad contra otras mujeres, lo que las hace verdaderamente felices y llegan a disfrutar plenamente su vida al lado de sus hombres".

Por ende, los matrimonios son más plenos cuando son ellas las que físicamente parecen más agraciadas que ellos, pues no perciben que sus parejas las quieren delgadas y la presión en este sentido desaparece, informa Nueva Mujer.