Una vez que mentimos es imposible dejar de hacerlo, esto porque debemos mantener la línea de las mentiras con tal de que no nos cachen…

Una nueva investigación realizada por científicos de la Universidad College de Londres y la Universidad de Duke, analizó a 80 participantes que participaron en un juego con un compañero (en realidad un investigador). Algunos de los participantes fueron conectados a un escáner de resonancia magnética. 

A los analizados se les pidió reportar las monedas de un centavo dentro de un tarro para que su pareja lo comunicara a los investigadores. Ambas personas recibirían un pago por ese trabajo; sin embargo, a algunos participantes se les dijo que cuanto más precisa y veraz era su posición, más dinero recibirían. A otros se les dijo que si su pareja tiene el número equivocado, recibirían más dinero, lo que significa que tenían un incentivo para mentir sobre el número de monedas de un centavo en el frasco. 

Se midieron cuatro situaciones: cuando se benefician a ambas personas, cuando se beneficia solo una persona, cuando otro es beneficiado y cuando ambos mentían y se lastimaban.

Los resultados fueron bastante reveladores: En primer lugar, los investigadores encontraron que a medida que avanzó el juego, los participantes estaban más dispuestos a mentir. Su mentira o estimación aumentaría conforme al dinero que recibirían. En segundo lugar, la mentira aumenta sólo para los dos escenarios en el que que se beneficiaron de su pareja.

Los escáneres cerebrales eran aún más reveladores, ya que fueron capaces de observar que los participantes se sintieron más cómodos con la mentira. Durante la primera mentira, sus cerebros mostraron actividad en la amígdala, que está conectada a fuertes respuestas emocionales. Pero con cada mentira, la actividad disminuyó. En otras palabras, su cerebro comenzó a reconocer y sentirse cómodo con el acto de mentir. Se perdió gradualmente su asociación negativa, y el cuerpo no reaccionó mucho.

Si bien los resultados no pueden considerarse concluyentes o definitivos, al menos nos dan una idea por qué al mentir se nos facilita y cómo por cada mentira surge otra. Pero ojo, mentir trae consecuencias negativas como la ansiedad…

Esa es la razón por la que un detector de mentiras es capaz de revelar cuando mientes: exhibe el estrés.

Con información de The Telegraph.