Aunque sea el ser más amado de toda la casa, cuando nuestro perrito hace alguna diablura o no obedece instrucciones, podemos perder los estribos y terminar regañándolo sin intención de lastimarlo, sin embargo, una investigación explica por qué nunca debes gritarle a tu perro, pues esto podría tener consecuencias su salud mental.

La investigación detalla que el entrenamiento aversivo, es decir, el basado en castigos emocionales o físicos, como jalones de correa o los famosos periodicazos, a largo plazo, pueden dejar estragos en la salud mental de tu mascota. Y es que, entre otras cosas, esto les genera estrés extremo.

“Los perros de compañía entrenados usando métodos basados en aversión experimentaron un peor bienestar en comparación con los entrenados usando métodos basados en recompensas”

Ana Catarina Vieira de Castro

De acuerdo con los resultados presentados, los perros que son entrenados en escuelas que usan métodos basados en la aversión mostraron un aumento importante en los niveles de cortisol en la sangre y en los comportamientos relacionados con el estrés, además de que se volvieron más “pesimistas” durante los ejercicios.

Aunque el tema ya se había analizado en perros de servicio, la bióloga Ana Catarina Vieira de Castro de la Universidade do Porto en Portugal, y un equipo de investigadores realizaron uno con perros de compañía. 

Observaron a 42 perros de tres escuelas que usan entrenamiento basado en recompensas, y 50 perros de cuatro escuelas que usan entrenamiento basado en aversión, como gritar, manipular físicamente al perro o sacudidas de correa.

El estudio consistió en tomar muestras de saliva para medir los niveles de cortisol (indicador de estrés) y analizar el comportamiento de los animales para detectar muestras de estrés como bostezar, lamerse los labios, levantar las patas o aullar

Como podrás estar imaginando, los perros en las clases de entrenamiento aversivo mostraron estrés tanto en su comportamiento, como en sus niveles de cortisol, es decir, más estrés.

Por el contrario, los perros de refuerzo positivo eran más estables y tenían menos comportamientos de estrés acompañados de niveles de cortisol más regulares.