Albert Einsten murió en el Hospital de Princeton en 1955 a los 76 años. Sus últimas palabras fueron pronunciadas en presencia de una sola enfermera.
El pequeño problema es que el reconocido físico habló en alemán, su idioma materno, y ella no entendía más que el inglés.
Aunque durante años la mujer intentó recordar la pronunciación, se trata de una frase que el mundo jamás conocerá, aunque existe otra que los médicos se encargaron de difundir: "Ya he hecho mi parte. Es hora de irse y lo haré con elegancia".
Esa fue la última decisión del Premio Nobel que incluso hospitalizado siguió trabajando en un borrador de discurso que tenía que dar en la televisión israelí.
Sólo unas horas antes de su muerte los médicos le propusieron probar una nueva cirugía experimental como último recurso para extender su vida. Pero se negó, según informa El Confidencial.
Einstein trabajó hasta el momento de su muerte aún cuando sufría un aneurisma de aorta abdominal que le provocaba graves ataques que duraban dos o tres días.
En 1948, siete años antes de que falleciera, le operaron para impedir que el aneurisma se rompiera y su estado de salud se agravara. A partir de ese entonces su salud se debilitó pero no dejó de publicar investigaciones.