Muchas mamás tienen la costumbre de comer placenta después de parir, ya que se cree que ayuda a prevenir la depresión postparto y otras complicaciones. A esta práctica se le llama placentofagia.

La placenta es famosa por ser rica en vitamina K, así como en la hormona llamada lactógeno placentario humano (HPL), que estimula la lactancia. Sin embargo, expertos aseguran que esta práctica no es recomendable para los humanos, y que en la naturaleza existe como parte de la supervivencia para evitar que los depredadores se acerquen.

Una investigación publicada recientemente en el American Journal of Obstetrics & Gynecology, donde los científicos recomiendan evitar la ingesta de cápsulas de placenta, ya que durante su proceso de encapsulación se pudo haber realizado un mal proceso de erradicación de agentes patógenos infecciosos como el Streptococcus agalactiae.

“Debido a que la placentofagia es potencialmente dañina y no tiene ningún beneficio documentado, los médicos deberían desalentar esta práctica. Las organizaciones de atención médica deberían desarrollar pautas clínicas para implementar un acercamiento científico y profesional sobre la placentofagia humana”, explica el documento.

No hay evidencia de que la placentofagia cause daño, y existe muy poca sobre sus beneficios.