El sentido del olfato es uno de los que menos le interesa a la gente. Para muchos, vivir sin oler podría ser una opción viable; aunque la nariz es un órgano que diferencia el rostro humano, es lo que más se opera estéticamente. Eso sí, la funcionalidad y la estética son dos cosas totalmente opuestas.
Cuando la nariz percibe malos olores, nuestro organismo lo detecta, pero pasados unos minutos, nuestro cerebro se adapta. Una peculiaridad que no sucede con el resto de los sentidos del cuerpo humano.
El sentido del olfato está conectado directamente con el sistema límbico. Se trata de la parte del cerebro que está asociada a la atribución de las respuestas emocionales y la memoria. De ahí que ciertos olores nos traigan recuerdos.
Humidifica, calienta y limpia el aire que entra hacia nuestros pulmones. Respirar por la nariz de forma correcta es vital para evitar posibles patologías.
Científicos del departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada (UGR) revelaron en un estudio que cuando una persona miente cambia la temperatura de la punta de su nariz, conocido como 'efecto Pinocho'. La UGR explicaba que cuando una persona miente la temperatura de la punta de su nariz aumenta o disminuye, a la par que también aumenta su temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.
Un experimento del Laboratorio de Neurogenética de la Universidad Rockefeller, en Nueva York, Estados Unidos, revela que el sentido humano del olfato puede detectar más de un billón de mezclas de olores. Los autores del trabajo, dirigido por el doctor Andreas Keller, probaron la capacidad de los voluntarios de distinguir entre complejas mezclas de olores y alcanzaron sus conclusiones sobre la base de la sensibilidad de la nariz y el cerebro de estas personas.
Con información de Clarin.