El domingo 16 de agosto, un asteroide pasó rozando la Tierra, y esta vez no hablamos de una distancia de millones de kilómetros; el cuerpo conocido como QG 2020 estuvo a apenas mil 600 kilómetros de la superficie.

Para que se den una idea, "voló" más bajo que la Estación Espacial Internacional y los satélites artificiales; lo más curioso de todo esto es que nadie se enteró hasta que ya se había alejado del planeta.

La misma NASA, a través de su Near Earth Object Studies, reconoció que literalmente no lo vieron venir, ni siquiera los instrumentos más avanzados lo detectaron a tiempo; de acuerdo con el análisis posterior, se determinó que tenía un diámetro de entre 3 y 6 metros, y una velocidad de 12.4 km por segundo.

El asteroide no representaba ningún peligro para la Tierra

Debido a que el asteroide QG 2020 no era un cuerpo masivo, no representaba un peligro para la Tierra, de haber entrado a la atmósfera, expertos consideran que hubiera estallado en el aire; incluso si chocaba con la superficie, no tendría consecuencias globales.

No obstante, a nivel local sí pudo haber causado una gran devastación, pues se estima que su rango de explosión habría sido igual al de docenas de kilotones de dinamita; dejando un cráter de varios kilómetros a la redonda.

Asteroide

Aún así, de acuerdo a los cálculos de su trayectoria, su impacto hubiera sucedido en medio del Océano Austral, a cientos de kilómetros de las costas de Australia, un lugar donde no haría daño a la población o la infraestructura del país.

Hay que señalar que es muy difícil que las agencias espaciales puedan detectar este tipo de asteroides de "menor tamaño", pues literalmente son invisibles para los instrumentos, debido a su velocidad, dimensiones y que no cuentan con luz propia, por lo que se confunden con el negro del espacio profundo.

Con información de NASA.