Después de un año de emisión a través de internet, llegó a su fin el reboot de Sailor Moon; el cual prometía estar más acorde al manga y ser un gran regreso de los personajes que muchas mujeres (y varios hombres también), recordaban de su niñez. ¿Cumplió la expectativa? Más o menos.
Para empezar la serie sí va más acorde con la historia original de Naoko Takeuchi, los capítulos pudieron ser diseñados para ir directo al grano sin necesidad de meter relleno; así pudimos tener un desarrollo mucho más rápido. Tuvimos un par de conflictos muy bien llevados que mantuvieron la estructura básica (inicio, desarrollo, climax y final); llevando la historia a bien termino, sin dejar cabos sueltos. Esto también nos dio oportunidad de ver un nuevo aspecto de ciertos personajes, sobretodo en la primera parte de la serie, como la inclusión de los generales del Príncipe Endymion.
Esto sirvió para que, quienes sólo vieron la serie de hace más de 20 años, tuvieran un recorrido distinto al que ya conocían; aunque la premisa fuera la misma (Serena Tsukino es una niña de secundaria que se transforma en la guerrera Sailor Moon, gracias a un broche que le dio Luna, una gata que habla; además de que es la reencarnación de la princesa de la Luna, Serenity).
Además, nos mostró una faceta mucho más madura y trabajada de los personajes principales; Serena no mantuvo su estatus de niña llorona y caprichosa durante mucho tiempo, rápidamente se volvió una guerrera acertiva y segura de sí misma; al mismo tiempo, Darien (Tuxedo Mask), no sólo fue un personaje de apoyo y carante de una función real, el Deus Ex Machina cada que Sailor Moon iba perdiendo, aquí lo pudimos ver como un verdadero complemento de la protagonista, creando un binomio mucho más fuerte que en la versión pasada.
Otro punto a su favor fue el hecho de que se pudo ver en todo el mundo gracias a su distribución a través de la red por distintos servicios, como Crunchyroll o Hulu; en su idioma original, aunque algunos podrán argumentar que se extrañaron las voces para Latinoamérica, pero eso es tema aparte, que involucra licencias y acuerdos entre televisoras.
Sin embargo, su formato también le jugó en contra. Una de las quejas principales por parte de las y los fans, fue que era demasiada la espera entre un capítulo y otro, debido a que se emitían de manera quincenal, lo cual alejó a varias personas.
Ahora bien, a pesar de tener un mejor desarrollo de los principales, el resto de los personajes fueron olvidados, principalmente las Sailor Scouts. Los capítulos de relleno nos sirvieron para apreciar un poco más la personalidad de cada una de las guerreras, al no tenerlos aquí, sólo nos pudimos dar una idea gracias a un par de episodios dedicados. La dedicación de Amy por el estudio, la gran amistad de Rei y Serena, la ilusión romántica de Lita o la graciosa locura de Mina, se vieron poco o nada; únicamente Sailor Pluto tuvo una participación destacada, gracias a su íntima relación con Rini en la segunda temporada.
Anteriormente mencionamos la madurez de la serie; esta se hizo notar en que casi no hubo momentos cómicos. Muchos recuerdan Sailor Moon porque era muy divertida en ocasiones, dejando de lado un poco el drama de las peleas, aquí casi no hubo de eso; la acción dramática se mantuvo siempre arriba, abriendo pocos espacios a la comedia.
Mención aparte merece la animación, pues está nunca fue muy buena que digamos; de hecho en momentos fue lamentable, lo cual le restaba calidad a la serie y mostraba un trabajo por demás descuidado.
En sí la experiencia de Sailor Moon Crystal es un tanto agridulce, pues divide a los fans de la obra; quienes gustan más del manga la amaron (a pesar de sus contratiempos), mientras que aquellos que sólo experimentarion el anime original, no estuvieron muy de acuerdo con esta nueva versión, centrándose más en sus fallos que en sus aciertos. Si eres de las personas que deseaban revivir su infancia con esta versión, mejor que te quites esa idea, pues la expectativa puede matar a la serie de un momento a otro; si logras quitarte el estigma del antiguo anime, puedes disfrutarla sin ningún problema. Lo que es seguro es que no la recordarás con el mismo cariño que recuerdas la obra de mediados de los 90.