Sailor Moon Crystal ha tenido muchos altibajos desde su estreno hace unos años; por un lado, los fans celebraron que se apegara mucho más al manga, se eliminara el exceso de relleno, se le diera un mejor desarrollo a Sailor Moon y Tuxedo Mask; y se transmitiera a todo el mundo por internet. Por otro lado, se criticó que los capítulos fueran quincenales, la mala calidad de animación, lo solemne que resultaba esta nueva versión y el poco tratamiento que se le dio al resto de las Scouts.
Haciendo caso a las críticas, Toei hizo algunos ajustes para el estreno de la tercera temporada, la cual abordaría la saga de los Death Busters (Sailor Moon S en la anterior animación). Se cambió el diseño de personajes y estilo animado, se programo semanalmente y se agregó la tan extrañada comedia; ¿el resultado fue satisfactorio? Podemos decir que sí.
Lo primero que resalta es que los personajes dejan de lado el aspecto tenían en las primeras dos temporadas, para dar paso a uno más cercano a lo que se vio en los 90, lo cual también sirvió para tener una calidad en animación muchísimo mejor; tanto en los momentos incidentales, como en las peleas y transformaciones.
Dicho cambio también se reflejó en la actitud de los personajes; el drama y romanticismo absoluto se diluyó, para dar paso a momentos cómicos propios de la obra de Naoko Takeuchi que no rompían en absoluto con lo presentado, más bien servían como alivios a los eventos de la trama principal. Además que fans de antaño por fin se sintieron identificados con los personajes que recordaban, contrario a las primeras temporadas, donde se sentían ajenos.
Ahora bien; Death Busters es tal vez la parte que marca un antes y un después en toda la historia porque es donde se introducen al resto de las Sailors que pasarán a formar parte del elenco regular, además de ser las favoritas de gran parte de los y las seguidoras. Nos referimos a las Outer Senshi: Uranus, Neptune, Pluto (un regreso, en este caso) y Saturn; quienes fueron desarrolladas de manera adecuada, pudimos ver plasmada a la perfección el amor y devoción que se tienen Haruka y Michiru, así como la determinación que tiene para con su misión, sin importar que deban de ir en contra de los deseos de sus demás compañera, así como de la propia princesa.
Sin embargo, quien se lleva todos los aplausos es la pequeña Hotaru. Desde un primer momento nos queda clara la soledad que sufre la niña, así como el revulsivo que resulta su encuentro con Chibiusa (Rini), creando un vínculo amistoso muy fuerte donde cada una ve por la otra sin importar las consecuencias. Por otra parte, cuando Saturn despierta, atendemos a un evento que por fin diferencia y eleva a Crystal por encima de la nostálgica versión de los 90; mientras que en esta última la Sailor de la destrucción apenas si se ve durante unos segundos, en Crystal queda demostrado el porque es un ser temible, al demostrar que su poder está por encima de las demás. Así es, se vio lo que tanto se esperaba desde hace casi 20 años, el Death Reborn Revolution, el devastador poder de Saturno.
El punto negativo es que el resto de las guerreras aún no tienen un momento de gloria real, volvieron a ser pasadas por alto casi en toda la temporada; es cierto que vimos algunos destellos al hacer frente a las Witches 5 (enemigas recurrentes de la temporada) sin necesidad de Usagi (Serena), pero aún no acaban de conectar con la personalidad que les es reconocida a cada una de ellas.
Fuera de esto, no tenemos más quejas para Death Busters. Toei aprendió de los errores de las primeras entregas y pudo rehacer su camino, distanciándose poco a poco del pesado legado de la adaptación original. Tal parece que el efecto de Saturn se sintió en la saga, al destruir (metafóricamente) lo que se había hecho hasta el momento, para dar paso al renacimiento de Sailor Moon Crystal como la serie fiel a la visión de Naoko Takeuchi. Esperamos que esto se mantenga si se da luz verde a la continuación, Yume/Sailor Moon Super S.