Star Ocean es tal vez una de las sagas del JRPG que menos promoción tiene fuera de Japón, más aún si tomamos en cuenta que pertenece a la gran desarrolladora del género Square-Enix; quien se ha centrado en explotar los Final Fantasy y Dragon Quest. Con ese referente, la desarrolladora estrena la quinta parte de la historia, Integrity and Faithlessness, la cual nos da un acercamiento amigable aunque sin muchas pretensiones.

La historia nos situa entre la entregas The Second Story y Till the End of Time; aquí conoceremos a Fidel y Miki, un par de amigos que se ven envueltos en medio de una guerra de conquista en su planeta natal; misma que parece tener algo que ver con la misteriosa Relia, una pequeña y amnésica niña que cuenta con poderes especiales. Así, a lo largo de toda tu aventura descubrirás lo que se oculta detrás de la jovencita y el verdadero sentido de la batalla.

Como en varios JRPG de la actualidad, Star Ocean combina las características clásicas del género con la acción; así, cuando entres en una batalla, podrás moverte de manera libre y atacar si la necesidad de comandos específicos. Claro que hay una cierta complejidad en todo esto, existen alrededor de 30 roles que definirán el modo en que atacarán y defenderán nuestros personajes, sin olvidar las habilidades innatas de cada uno de ellos. 

Asimismo, el sistema se basa en el clásico "piedra-papel-tijeras", cambiado por "ataque fuerte-ataque débil-defensa" (fuerte rompe defensa, defensa cubre a débil y débil le gana a fuerte), con lo que deberás de poner especial atención a la manera en la que te desenvuelves en el campo, ser unidimensional (sólo atacar o defender) te puede traer problemas a la larga. Si eres bueno con las combinaciones, llenarás tu barra de "Rush" que te permitirá desencadenar un movimiento especial para tomar ventaja en la pelea.

Algo que hay que agradecer a Square y tri-Ace, estudio encargado del juego, es la posibilidad de ver a los enemigos en pantalla, pues así es más fácil armar una buena estrategia en su contra; asimismo, la posibilidad de cambiar de personaje a media batalla, vuelve estas mucho más dinámicas. Si bien puedes tener a tus combatientes en pausa, lo mejor es que se muevan de manera automática mientras tú controlas a uno de ellos; eso sí, trata de saltar entre cada uno de manera continua, pues la IA no es muy buena y a veces realizan acciones que afectan a todo el equipo.

Como en otros exponentes, Integrity and Faithlessness tiene una gran duración, aunque sin llegar a cosas que te abrumen como en The Witcher; en promedio, el juego te da unas 40 horas efectivas, dependiendo de tu desempeño y si explotas todo el contenido (misiones extra, creación de objetos, escenas especiales, sacar todos los finales, etcétera). Lo mismo va para los escenarios, su extensión es la adecuada para no aburrirte de estar caminando entre montañas, cuevas, desiertos y campos.

Por último hay que mencionar el que es el punto más criticable del juego: el diseño de personajes y aspecto visual. Aquí hay una disparidad, mientras que los escenarios están muy bien detallados, el estilo anime de los personajes rompe con toda la ambientación; cosa que le resta profundidad a la historia, pues en ciertos casos resultan demasiado "caricaturescos", más si no eres fan de dicha forma estética.

En cuanto al sonido y soundtrack no tenemos ninguna queja; son efectivos y transmiten a la perfección la experiencia que vemos en pantalla. El punto bajo va más bien para el trabajo de doblaje en inglés el cual es muy malo y te hará buscar la forma de cambiar las voces; por otra parte, si no eres muy versado en eso de los idiomas, te advertimos que el juego no cuenta con subtítulos en español.

Al final del día, Star Ocean: Integrity and Faithlessness es una obra que cumple, sin llegar a la espectacularidad de títulos "blockbuster" como el esperado Final Fantasy XV; además de servir como buena introducción a todos aquellos que sean ajenos a esta opera espacial. Sus defectos no son mayores y pueden ser pasados por alto si no son muy quisquillosos; podemos decir que es un título hecho sólo para pasar un buen rato (un buen rato de 40 horas), sin clavarse mucho en él.