¿Qué sanciona que un acto violento pueda ser tomado como mero entretenimiento? Una respuesta rápida sería: que exista una legislación que delimite el nivel de ese acto violento. Podemos ver dicha demostración en deportes como el box, el futbol americano y las MMA, donde los choques físicos están permitidos bajo un halo de legalidad, cada uno cuenta con ciertas reglas a seguir; a pesar de lo brutales que puedan parecer, sus autoridades protegen a los participantes (por lo menos en estratos profesionales). Sin embargo, si los ?jugadores? fueran delincuentes y asesinos, inmersos en una serie de actividades de alta peligrosidad donde no existe una reglamentación alguna, el único fin es entretener a los espectadores; ¿dónde estaría la explicación para divertirnos con una masacre?

Eso es parte de lo que nos deja el primer tomo de Deadman Wonderland, manga obra de Jinsei Kataoka y Kazuma Kondou; quienes nos presentan la historia de Ganta, el  sobreviviente, de un ataque donde sus compañeros de clases y amigos son brutalmente asesinados por un extraño sujeto. Para su desgracia, será culpado del homicidio, condenado a muerte y enviado al parque de diversiones/prisión que le da nombre a la obra; institución privada que sirve para recabar fondos para la restauración de las regiones de Japón que fueron devastadas por un terremoto en el pasado.

Nuestro héroe sabrá lo que es participar en estos juegos de vida o muerte y ser una simple entretención para los otros, quienes no preguntan acerca de la naturaleza de los mismos; están de acuerdo con el maltrato sangriento afirmado su superioridad moral. No obstante, dentro de toda esa obscuridad conocerá a Shiro, una muy peculiar jovencita que parece estar siempre alegre y al pendiente de Ganta; todo indica que lo conoce de alguna parte, aunque él no sabe de dónde.

Este manga llega a México de la mano de Editorial Kamite, que hace una labor estupenda y nos atrevemos a decir que es, hasta el momento, la edición más cuidada de su línea asiática al reproducir casi a la perfección su símil de Japón; cosa que alegrará hasta a los fans más quisquillosos.

Lo primero que notarán es que cuenta con el cubre polvos para la portada y las hojas a color en papel ?plastificado. Esto no quiere decir que el resto del material esté abandonado, la parte regular (es decir, el 99% del tomo), también ha sido cuidada al más mínimo detalle; la impresión recrea todos los detalles del original, la traducción es acertada y se nota la calidad en las páginas desde que uno las toca; el blanco, el negro y las tonalidades grises representativas de las obras secuenciales japonesas lucen espectaculares. Como mencionamos, es la edición en manga más redonda que tiene la editorial hasta este momento.

Como podrán notar, en realidad no tenemos ninguna queja fuerte en contra de este primer tomo de Deadman Wonderland, es digna de cualquier amante de la cultura asiática moderna o de quien busca una buena historia (bueno, tal vez un punto negativo sería su precio; pero después de reparar en la edición, se verá que esta está justificado).

Sólo nos resta decir que sean bienvenidos a este ?país de la maravillas? de moral vertical, donde las masacres son condenadas y disfrutadas por igual, donde la condición de humano se diluye en un abrir y cerrar de ojos; un simple designio arbitrario te puede rebajar a nada, tu valor como persona se pierde, el otro es éticamente superior, y ante esto, tu sufrimiento es sancionado. Así pues, entren con gusto a Deadman Wonderland.

*Las imágenes aquí presentadas fueron tomadas de la edición en inglés con motivos ilustrativos, no representan el trabajo de la versión de Editorial Kamite.