Expertos informaron que la vacuna soviética aplicada en México antes de 1990 te haría inmune a la viruela del mono.
¿Cómo pudo saber si me aplicaron la vacuna soviética? Conocer la respuesta es muy sencillo, pues generalmente el biológico, que podría ser útil contra la viruela del mono, causaría una cicatriz en la parte superior del brazo.
Por ello, si identificas una cicatriz similar es muy probable que sea por la vacuna contra la viruela, misma que actualmente te haría inmune a la viruela del mono, recientemente declarada como una emergencia de salud internacional por la OMS.
¿A qué se debe la cicatriz en la parte superior del brazo de la vacuna soviética?
La dosis contra la viruela, habría sido emplea con una aguja bifurcada, misma que causa un cicatriz en la parte superior del brazo donde fue aplicada.
Dicha cicatriz era muy común en la década de 1970 cuando aún era utilizada la aguja bifurcada para aplicar el biológico.
Cabe resaltar no todas las personas tienen la a cicatriz en la parte superior del brazo porque la viruela llegó a considerarse como una enfermedad erradicada.
¿Por qué la vacuna soviética aplicada en México te haría inmune a la viruela del mono?
La vacuna soviética aplicada en México antes de 1990, podría ser útil contra la variante de viruela símica que afecta a gran parte del mundo y no es una enfermedad reciente.
Expertos exponen que la viruela de mono no es una enfermedad que apareció hace poco, ya que se tienen registros de que comenzó desde 1958 en África.
De esta forma, la vacuna soviética podría ser útil en la actualidad para combatir la viruela del mono, o bien, mantener la inmunidad a la enfermedad.
Conforme con Katrine Wallace, epidemióloga de la Universidad de Illinois en Chicago, la vacuna contra la viruela tiene una eficacia del 85 por ciento en la prevención de la viruela del mono en ensayos clínicos.
“Después de ese tiempo, su capacidad para protegerlo contra infecciones disminuye, pero los expertos creen que aún protegería contra un estado de enfermedad grave”, señaló la epidemióloga Katrine Wallace.