Emilio Lozoya, el exdirector de Pemex durante la administración de Enrique Peña Nieto, es quizá el rostro más vigente de la corrupción, pero también de la traición; aquella persona sin escrúpulos que no tuvo el valor de entregarse a las autoridades, ni siquiera cuando vio a su madre detenida por su culpa. En resumidas cuentas, el testigo estrella de la 4T es la encarnación de los antivalores en la política mexicana.
Muchas han sido las concesiones que se le han dado a un tipo de la calaña de Lozoya, quien hasta ahora ha sido más eficaz en exhibir la impunidad y la torpeza con la que operan las autoridades del actual gobierno; que contundente en sus pruebas y declaraciones para armar casos sólidos contra varios opositores a este gobierno y colegas suyos de la administración anterior.
Este fin de semana por lo pronto, al ser exhibido con escoltas, cenando tranquilamente en un exclusivo restaurante de una de las zonas más públicas que puede haber en la capital, el exfuncionario demostró que le tienen sin cuidado los procesos que le tienen abiertos, su arraigo, o incluso la imagen de la Fiscalía con la cuál pactó. Para este junior de la política nacional, solo importa él y nadie más que él.
Pero el escándalo que provocó, más allá de tener repercusiones en su caso, ha empezado a reavivar la pugna que existe dentro del gobierno y los grupos de poder por hacerse de la FGR, que actualmente está a cargo de un personaje en el que muy pocos confían, y que no ha demostrado tener ni la capacidad ni el compromiso para entregarle resultados al Presidente.
Alejandro Gertz Manero es un político que ha desfilado desde hace décadas por diferentes áreas del gobierno, empezando con los emanados del PRI, para posteriormente unirse al PRD de Cuauhtémoc Cárdenas durante su paso como jefe de gobierno del entonces D.F.; para de ahí saltar al PAN de Fox, en la Secretaría de Seguridad Pública Federal.
El ahora Fiscal ha tratado con muchos grupos de la élite en la política mexicana, se ha debido a muchos y, por lo mismo, es una persona fácil de contactar por todo aquel personaje bien posicionado que requiera de algún favor suyo. Por eso no sorprende que varias carpetas de investigación de varios opositores importantes al gobierno, y sobre todo a López Obrador, se encuentren prácticamente estancadas, paradas, sin resultados. A pesar de tener suficientes elementos para ya haber procedido contra varios de ellos, pareciera ser que por alguna razón, para Gertz le es más conveniente dejarlos ir, que responder con lealtad al Presidente.
Si a eso le sumamos las pifias y escándalos que ha protagonizado al frente de la Fiscalía, como el bochornoso y desaseado proceso en contra del gobernador Cabeza de Vaca, su ataque desmedido y sin sentido en contra de la comunidad científica del Conacyt, o el problema personal que mantiene a su cuñada en prisión preventiva; se juntan suficientes elementos para que Gertz Manero sea un serio candidato a engrosar las filas de desempleo próximamente.
De por sí, hay varios que piden su salida y otros tantos que ya hasta están apuntados para el puesto; aunque quizá el más sólido aspirante es el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, quien por cierto, ha sido la piedra angular de este gobierno para que varios integrantes de esa llamada “mafia del poder” hayan podido ser llevados a la justicia.
El mismo Nieto salió a echarle leña al fuego a través de sus redes sociales, posteando un mensaje indirecto pero preciso al aún fiscal: “la impunidad es siempre una afrenta”, tuiteaba Santiago, confirmando que entre él y Gertz Manero no sólo no existe una buena relación, sino que el primero se considera más apto y con méritos suficientes para ocupar el puesto del segundo.
Veremos que pasa en las próximas semanas, pero sin duda, el escándalo de Lozoya le llega en muy mal momento al fiscal, porque ahora el Presidente se ha comenzado a rodear de un círculo mucho más cercano, que tiene más influencia en sus decisiones, y con el que Gertz realmente no tiene la mejor de las relaciones; lo que podrá pesar en lo que el destino le termine deparando.
Así es como el presunto delincuente de Lozoya ha terminado por ser más dañino que efectivo para la 4T, pero ahí de ellos si le siguen dando concesiones al hijo de uno de los funcionarios más influyentes del Salinismo. Recuerden que el que traiciona una vez, traiciona siempre. Y por ahora, Emilio Lozoya ha servido para reavivar la pugna que existe entre las tribus morenistas por hacerse de la FGR.