“Uno piensa… si aquí se siente calor, el calor que deben haber sentido ellos”, murmura Balbino, abuelo de tres jóvenes de Veracruz que se fueron en busca de sus sueños pero murieron asfixiados en un tráiler en San Antonio, Texas, en un suceso que ha dado la vuelta al mundo.
Camina saludando a cada persona que llega, se sienta en un lado y otro; le ha tocado ser el fuerte según él mismo dice; la situación se repite un día tras otro, desde el lunes 27 de junio cuando Jair, Yovani y Misael le avisaron a su familia que ya estaban en Estados Unidos pero que se subirían a un tráiler para hacer su último recorrido que los llevaría a San Antonio, Texas, donde se encontrarían con sus primos.
Afuera de la casa de don Balbino se puso una carpa y durante esos cinco días las familias de San Marcos Atexquilapan de Naolinco, una comunidad de mil 700 habitantes, llegan unas tras otras a mostrar su apoyo y a rezar. La familia se mantiene unida, como lo ha sido siempre, pues es de esas familias que cada domingo van a misa, al partido de futbol y a comer juntas.
Jair, Yovani y Misael, integrantes de la familia Olivares entre las víctimas del tráiler de San Antonio, Texas
A San Marcos Atexquilapan de Naolinco, Veracruz, llegó la primera confirmación de esa que se temía y fue de Misael Olivares. Estaba muerto.
Otro día más tuvieron que esperar para tener certeza de los hermanos Jair y Yovani Valencia Olivares. Tres integrantes de una familia muertos entre los 53 de ese tráiler abandonado en San Antonio, Texas.
Balbino recuerda a sus tres nietos: los tres fabricantes de calzado de piel (como casi todo el pueblo San Marcos Atexquilapan de donde son originarios), los tres católicos practicantes, tres futboleros de corazón que portaron la playera de las Chivas desde los cuatro años cuando se les compra a todos los integrantes de la familia. Tres vidas que no esperaban terminaran así.
Yovani tenía 16 años, era defensa en el Deportivo San Marcos, un equipo familiar que conformaban los primos y tíos Olivares y que se enfrentaba cada domingo a los pueblos vecinos. Por eso practicaban casi todas las tardes, aun con la espalda adolorida del tiempo parados de por cortar y coser la piel.
Jair tenía 19, el mayor de los tres, jugaba como delantero y era el goleador, tanto que recibió ese trofeo el torneo pasado por mayor cantidad de goles metidos. Él fue quien le dio la noticia a Balbino de que se irían a Estados Unidos y por eso su abuelo recuerda las muchas veces que que lo intentó convencer de que no lo hicieran, pero finalmente desistió y le permitió irse sin decirle más, porque sus sueños eran muy claros: una casa y un coche para moverse a los partidos de futbol, esos que la familia juega cada domingo.
Misael era defensa y a sus 16 años de quien encontró renuencia para dejarlo fue de su mamá, Hermelinda, que cuando se enteró le dio un rotundo no de respuesta pero conforme pasaron los días lo pensó mejor, al fin y al cabo muchos y muchos jóvenes de San Marcos Atexquilapan lo han hecho y están allá sin mayor problema. Pero Misael no fue de esa estadística, lo fue de aquellos que mueren en el intento.
En Naolinco, pueblo de zapateros, es normal que jóvenes busquen irse a Estados Unidos
Misael y Yovani, los más chiquitos, no están en la foto que orgulloso muestra Balbino. Fue un día que ganaron la copa del torneo entre los pueblos de Veracruz, hace tres años. Desde ahí lo han hecho tres años seguidos.
Pero en ese momento ellos estaban en el equipo de los pequeños, ahora ya eran parte del equipo mayor; porque para la familia Valencia el futbol es un orgullo, es algo que se aprende desde chiquitos y que se hereda de generación en generación. Es casi como el ser zapatero en Naolinco. Por eso era parte de la identidad de Misael, Yair y Yovani, es lo que se repite una y otra vez cuando se pregunta por ellos.
“Éramos muy felices la verdad, era muy bonito jugar con ellos, saliendo del campo deportivo veníamos platicando, platicábamos mucho, platicábamos de cómo jugábamos, de como jugué”
Joel, primo de Jair, Yovani y Misael
Joel también es jugador del equipo, también es zapatero y también iba a salir ese día rumbo a Estados Unidos junto a sus tres primos para buscar mayores recursos económicos, pero una rápida decisión de retrasar un poco su viaje hasta septiembre para dejar a su hijo bautizado antes de irse, lo salvó.
No es el único. Balbino cuenta que otro más de sus nietos se quería ir a Estados Unidos y hasta se peleó con sus papás que no le dieron permiso porque operarían a su mamá. La operación coincidió justo el día que murieron Misael, Yovani y Jair.
Para todos en San Marcos Atexquilapan de Naolinco es normal que los jóvenes busquen irse a Estados Unidos. Ser zapatero no deja el dinero necesario para cumplir los sueños. Y más que desde la pandemia las materias primas (de las 10 distintas que lleva un zapato) subieron de precio, pero las ventas cayeron y ahora intentar subsistir de eso es un verdadero problema.
Al menos 10 jóvenes de Veracruz murieron en el tráiler abandonado en San Antonio, Texas
Fueron tres de la familia Olivares quienes murieron en el tráiler abandonado en San Antonio, Texas, pero iban a ser más, la vida los llevó a no emprender ese viaje.
Es posible que de Veracruz sean 10 quienes murieron en ese tráiler, indica Carlos Escalante Igual, director de Atención a Migrantes. Hasta ahora están identificados Jair y Yovani Valencia Olivares, Misael Olivares de Naolinco y Julio Marcial de Santiago Sochiapan pero el número podría aumentar.
Según señaló Carlos Escalante Igual hay una familia de Misantla que busca a dos integrantes de quienes se sospecha están en el tráiler y cuya identificación oficial aún falta, además se encontraron cuatro identificaciones más de jóvenes de Veracruz a cuyas familias se está buscando para determinar si estaban en el sitio o si es información errónea.
Balbino les intentaba dar opciones a sus nietos pero Jair y Yovani querían construir su casa y tener un coche, Misael buscaba construir la barda trasera de la casa de sus papás para que no se siga inundando con cada lluvia.
Él sabe que de zapatero, solo les alcanza para lo básico y por ejemplo, Misael tuvo que dejar la secundaria porque no podía pagar el internet para las clases en línea que le pedían por el Covid-19.
Jair, Yovani y Misael solo querían estar 4 años en Estados Unidos
Justo fue a Misael a quien su mamá, Hermelinda, pensó en no despertarlo a la hora pactada ese domingo que saldrían rumbo a Estados Unidos. Pero ya tenía un compromiso, le habló y lo dejó partir con su certificado de primaria en cartera, empacado a modo de única identificación posible. También en eso coincidió con Yovani que como era menor de edad, su mamá le puso su certificado de secundaria.
Antes de irse fueron a la iglesia. La fe ante todo. Esa fe que se mantuvo instalada en la familia durante días y días esperando que no fueran ellos pero que ahora se transforma rápidamente en pedir por su descanso eterno mientras que no dan crédito a lo que sucede y el sacerdote de Naolinco va a su casa a rezar y a dar palabras de consuelo.
Balbino es el que recibe al sacerdote. Él fue quien enseñó a sus hijos, nietos y ahora bisnietos a ir juntos a la iglesia cada domingo, como lo hicieron el último día que vieron con vida a Yovani, Jair y Misael.
Ese día Misael entró por última vez a la iglesia donde era parte de los adoradores del Santísimo, un grupo que hace vigilias cada semana y en días santos. Por eso su fotografía lleva la insignia grupal, un orgullo para el pueblo católico.
Balbino se lamenta por sus nietos mientras cuenta cómo ellos solo querían estar cuatro años en Estados Unidos para juntar para sus sueños y volver a San Marcos Atexquilapan de Naolinco, Veracruz.
Balbino tiene la mirada perdida, mientras habla levemente del calor que pudieron sentir sus nietos, de la falta de agua y aire dentro del tráiler abandonado en San Antonio, Texas; mientras cuenta cómo el papá de Misael no ha querido comer pensando en que su hijo no tuvo oportunidad de hacerlo antes de su muerte.