Te avisan de un vuelo, sales de madrugada desde la Ciudad de México con destino a Los Mochis, vuelas por tres horas, mientras ves desde lo alto la Sierra Madre Oriental e imaginas los secretos que esconde.

Recorrerás 1 millón 234 mil 980 metros antes de llegar a tu destino.

Pasan un par de horas antes de que el sol te deslumbre y observes miles de hectáreas verdes, acompañado por extraños que se convertirán en tus compañeros escuchas frases como: "es increíble que una persona mueva a tanta gente, ve hasta chinos vienen con nosotros". 

A tu lado una chica francesa ríe, mientras intercambia comentarios con una joven de ojos azules.

Estas en la tierra del cártel de Pacífico, aquella que le dio vida a un capo místico, aquel que nació en Badiraguato y que se dedicó a la siembra de mariguana, "por falta de oportunidades", que se escapó dos veces de penales de máxima seguridad.

A tu llegada te recibe un letrero que dice "Los Mochis" y un convoy militar armado hasta los dientes, la temperatura es templada, corre un viento frío y el sol no calienta.

Vas a la parte norponiente de la ciudad donde están la clase acomodada, avanzas en autobuses Mercedes Benz, las calles permanecen desiertas, y pocos son los que se asoman.

12 kilómetros te separan del sitio donde permaneció oculto "El Chapo" Guzmán, mientras avanzas vez una ciudad pequeña, servicios, tiendas, gasolinera, los rayos del sol comienzan a pegar, te pones un sombrero y te acercas, ves a más elementos de la Marina que resguardan el lugar armados con sus fusiles de asalto, cascos con googles, balas gordas y granadas adheridas al chaleco; es la primera vez que vez una granada de cerca, camionetas con protección, son más de una decena de elementos, quienes resguardan un domicilio ubicado en Boulevard Jiquilpan, esquina Río Quelite, en colonia Sector Las Palmas.

Parecería que en esta casa color blanco, de ventanales grises y con árboles no paso nada, a no ser por las cintas rojas de Peligro y precaución que impiden acercarse al sito, eso y los hombres armados, que no hablan, que tienen la orden de cuidar el sitio donde permaneció el capo sin ser visto por las autoridades.

Alcanzas a ver entre los hombres una mancha hemática grande y un vidrio roto.

Los vecinos se dicen sorprendidos por la balaceras que ocurrieron el viernes 8 de enero, pero dicen que nunca vieron a Joaquín Guzmán Loera, incluso pensaron que la casa estaba deshabitada, a pesar de que en la azotea hay una antena de Sky.

Así lo dijo María Gamez de 60 años, sentada mientras extrañada ve a decenas de reporteros, como tu.

El hecho es que esa madrugada unos dicen que había tambora y cuando cayó el silencio un grupo de elite de la Marina irrumpió en ese domicilio blanco, alertados por una llamada anónima, y empezó el estruendo, gritos y más gritos: !Salgan!, ¡Salgan!, el estruendo de las granadas, una nube de polvo que inundó el lugar, balas y más balas, granadas, confusión, !Salgaaan! y sí, salieron varios de los gatilleros, huyeron por las azoteas de las casas.

Adentro en la confusión, el grupo de marinos trabajaba en la operación "Cisne Negro", un operativo diseñado con seis meses de anticipación que inició cuando le siguieron los pasos al capo mientras permanecía escondido en el triángulo dorado, una zona agreste a la que es difícil acceder y que está a tres horas de distancia de Los Mochis. 

La operación, con un saldo de cinco muertos, también dejó sus huellas en la casa, con manchas de sangre enormes, consecuencia de la batalla.

El hogar donde el "Chapo" pasó sus últimas horas de libertad muestra momentos del ataque, muebles volteados ocupados como barricadas, ropa afuera de los clóset y las paredes agujeradas por disparos de un enfrentamiento que ocurrió en menos de ocho metros donde la claustrofobia y la adrenalina corrieron al por mayor. 

Afuera elementos de la marina y el miedo que obliga a resguardarse en casa.

El Chapo huye con su lugarteniente, "El Cholo Ivan", por un túnel oculto hacia una coladera, avanza por un espacio reducido, de un metro o menos, donde la claustrofobia se siente, pecho tierra, en cuclillas, por un kilómetro, tal vez agotado sale por una alcantarilla ubicada en la calle Rosales y Jiquilpan, lo deslumbran los rayos del sol y recibe una bocanada de aire, respira, los autos pasan, el riesgo de perder la vida es inminente,  detiene un auto blanco y huye.

Sin embargo es capturado por la Marina, quienes tras implementar un operativo, reciben una denuncia por el robo del vehículo, sus horas en libertad estaban contadas.