Si bien México no es un país que se caracteriza exactamente por tener una fuerte cultura del seguro, hace tiempo que existen esfuerzos, tanto del sector público como privado, de revertir este aspecto. En materia de seguros de auto por ejemplo lo cierto es que, además de las normativas locales que regulan el tránsito en cada una de las ciudades, desde 2019 es obligatorio contar con algún tipo de cobertura de responsabilidad civil por daños a terceros (con una protección mínima de 50,000 pesos por daños materiales y de 100,000 pesos en caso de heridas y muerte).
¿La norma se cumple?
Lo cierto es que, a pesar de que ya pasaron un par de años desde que se dispuso la obligatoriedad de contar con algún tipo de seguro para poder circular en el país, aún queda un camino muy largo por recorrer, incluso en esta categoría de coberturas, que resulta mucho más popular que los seguros médicos o de vivienda. De hecho, según el relevamiento “Seguridad en tiempos de trabajo remoto en América Latina” desarrollado por la aseguradora Chubb, el seguro de auto es el más contratado por los mexicanos en comparación con otras pólizas.
No obstante, el dato anterior puede ser engañoso. Decir que las personas contratan más seguros de auto que de vida, por ejemplo, no necesariamente implica que esto sea una práctica generalizada. Es más, conforme los datos aportados por la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), del total de vehículos en circulación en el país (cifra que asciende a más de 45 millones de unidades) tan solo 12 millones cuentan con algún tipo de seguro contra accidentes.
Circular sin seguro: pan para hoy, hambre para mañana
Y…¿dónde está el principal problema? Las consecuencias de que el grueso del parque vehicular circulante no cuente con protección son muchas y diversas. En primer lugar esto supone un mayor costo para las arcas públicas, ya que todos aquellos que carecen de asistencia privada, al ocurrir un accidente, deberán ser asistidos por el sistema estatal.
El tema toma mayor gravedad si se tiene en cuenta que, a pesar de que la reducción de la movilidad en las ciudades por motivo de la pandemia de Covid-19 ha disminuído el número de accidentes de tránsito en los principales focos como Ciudad de México (donde se registra una caída del 30%); dichos accidentes son cada vez más graves: la información del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5), muestra que los siniestros de tránsito con reportes de personas heridas pasaron de 33.8 por ciento en el tercer trimestre de 2019, a 37 por ciento en el mismo periodo de tiempo de 2020. Ya en el caso de fallecimientos, la Fiscalía General de Justicia identifica un aumento del 7.2 al 10.3 por ciento en un año.
El no contratar una cobertura para el auto también puede llegar a perjudicar las finanzas personales. Muchas personas piensan que están ahorrando al no pagar una cuota mensual, sin embargo, sufrir un accidente sin contar con la protección necesaria termina creando una situación mucho más engorrosa y difícil de afrontar. Actualmente, en México, ser responsable por un siniestro puede costar, en promedio, alrededor de 24 mil pesos, teniendo en cuenta daños materiales y producidos a personas. Claramente estos valores ascienden muchísimo más si de dicho accidente resultasen víctimas fatales, debido a las indemnizaciones correspondientes, además del asesoramiento legal que habría que abonar para enfrentar posibles procesos judiciales.
A todo lo demás es necesario adicionar que, en caso de ser interceptado conduciendo sin la póliza correspondiente, la multa aplicable puede llegar a los 4 mil pesos aproximadamente.
Adaptación: el desafío de las compañías aseguradoras
En primer lugar es importante tener claro que, para cumplir con la norma, el conductor solo precisa contar con un seguro que cubra, como mínimo, responsabilidad civil por daños a terceros. Entre las coberturas tradicionales, también es muy común que las personas contraten seguros que cubran pérdida total del vehículo, robo y hurto, entre otras contingencias. A pesar de ello, actualmente existen cada vez más opciones que permiten que sea el propio usuario el que seleccione qué riesgos integrarán su póliza, cuándo “activar” la cobertura, e incluso cuánto pagar.
El sector de los seguros, como la mayoría de las áreas de servicios e industrias, han tenido que adaptarse frente a esta nueva realidad provocada por la pandemia. Esto se debe a que los hábitos de circulación han cambiado drásticamente, principalmente porque muchas personas aprovechan la posibilidad de realizar la mayor cantidad de actividades por internet, para así evitar salir de la casa (hacer compras, tomar clases e incluso hacer actividad física).
Esta nueva normalidad se completa con el hecho de que muchas empresas implementaron el sistema de home office como medida para evitar contagios en los lugares de trabajo, por lo que las personas no requieren movilizarse diariamente de manera obligatoria, lo que reduce en gran medida el caudal de autos circulantes en las ciudades.
Aunque, en muchos casos, el cambio en la dinámica laboral se puso en marcha como una medida de emergencia, pareciera ser que el trabajo en casa llegó para quedarse. Según una encuesta elaborada por KPMG, al menos 6 de cada 10 compañías de México proyectan mantener el sistema de home office después de la pandemia.
Se trata de un verdadero nuevo panorama que exige que las aseguradoras ofrezcan nuevos productos, de fácil contratación -actualmente es posible contratar una póliza de forma 100% virtual- y que contemplen situaciones como las de usuarios que solo requieren de protección en determinados momentos del mes, para no pagar una cobertura que no será usada la mayor parte del tiempo. Una de las alternativas más atractivas, por ejemplo, es el caso del seguro de auto temporal el cual se activa con siete días de anticipación y se puede contratar para que la cobertura abarque cierto período de tiempo o hasta cierto kilometraje recorrido (a tales fines la compañía coloca un dispositivo de monitoreo para detectar la actividad del vehículo, brindándole también mayor seguridad ante posibles robos).