México, 11 Mar. (Notimex).- La célebre niña judía, cuyo diario dio testimonio tanto de los años en los que permaneció junto a su familia en Ámsterdam oculta de los nazis, como de su cautiverio en los campos de concentración, Ana Frank, cuenta desde ayer con su réplica de cera en el museo Madame Tussauds de Berlín.
La figura muestra sonriente a la adolescente que mañana cumplirá 67 años de fallecida, delante de su diario abierto sobre el escritorio, en un entorno que recrea la pequeña habitación en la que se escondió de la persecución nazi.
Por otra parte, cuadros, fotos, cartas e incluso muebles que pertenecieron a Ana Frank, regresarán a Frankfurt, su ciudad natal, donde se exhibirán como parte de una muestra .
De acuerdo con los medios locales, dichas piezas serán entregadas como préstamo permanente al Museo Judío de Frankfurt, donde serán guardadas, expuestas y puestas a disposición de los expertos, para lo cual el edificio será ampliado, de modo que se prevé inaugurar la muestra en 2015.
No obstante, el original de su famoso diario permanecerá en Ámsterdam, donde fue escrito; así, mientras la persecución de la familia constituye el eje central de la Casa-Museo Ana Frank de Ámsterdam, el Museo de Frankfurt centrará su exposición en la historia familiar.
Hija de una familia germana de origen judío, Ana Frank nació el 12 de junio de 1929 en Frankfurt, sin embargo, con la llegada de Hitler al poder en 1933, tuvo que trasladarse junto con su familia a los Países Bajos.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), después de la invasión alemana de Holanda en 1940, y tras padecer las primeras consecuencias de las leyes antisemitas, Ana y su familia consiguieron esconderse en unas habitaciones traseras, abandonadas y aisladas, de un edificio de oficinas de la capital holandesa.
En aquel sitio permanecieron ocultos de 1942 a 1944, hasta que fueron descubiertos por la Gestapo.
Ana llevó un diario de ese período de reclusión, que su padre, único sobreviviente de la familia, dio a conocer acabada la guerra, después de que Ana y el resto de la familia fueron detenidos y confinados en un campo de exterminio, en donde murieron.
De acuerdo con la crítica especializada, el "Diario" constituye un conmovedor testimonio de ese tiempo de terror y persecuciones.
En él, Ana Frank imagina que escribe a Kitty, una amiga hipotética, para contarle las peripecias de su vida en el escondrijo donde vivió del 14 de junio de 1942 al 4 de agosto de 1944, cuando la Gestapo descubrió la "dependencia secreta" en la que vivían las familias Frank y Van Daan y el dentista Dussel, con la vana esperanza de escapar a la captura de los nazis.
Ana cuenta la vida en aquellos pocos metros cuadrados del refugio en que la convivencia de ocho personas, arrancadas de la vida normal, planteaba tantos y tan delicados problemas, y narra el desarrollo de la existencia cotidiana con tal sencillez, fuerza y verdad, que ello constituye el primer encanto de estas páginas.
Los acontecimientos y fases alternas de la guerra y de la política mundial, tal como lograban llegar a aquel refugio aislado, adquieren un aspecto nuevo y diferente, con perspectivas anécdotas insospechadas, a veces alegres y divertidas pero otras, tristes y desoladoras.
Ana Frank habla de sus aspiraciones a corazón abierto y también de los peligros, pero con gran conocimiento y sin perder la esperanza.
Las alusiones a los problemas judíos, que podrían parecer frecuentes en una persona que vivía en aquellas condiciones especiales pura y simplemente por la "culpa" de pertenecer al pueblo judío, son extrañas, aunque inspiradas en una extrema dignidad y firmeza.
Ana pertenecía a una de aquellas familias asimiladas que no habían tenido una profunda cultura hebrea y que sólo muy tarde se dieron cuenta de todo ello.
El libro, además de sus valores humanos y documentales, revela en la joven autora cualidades literarias nada comunes: el mismo hecho de fingir una destinataria para sus confidencias es ya un índice de madurez artística.
Traducido a todas las lenguas y llevado también al teatro y al cine, el "Diario de Ana Frank" se ha convertido en el paradigma testimonial, más impresionante, incluso por encima de otros documentos detallados, sobre la opresión sufrida en muchos países bajo el nazismo y de las condiciones en que millones de personas se vieron obligadas a vivir con la esperanza de escapar al exterminio.
Ana y su familia fueron capturados y llevados a distintos campos de concentración alemanes; el único superviviente de los ocho escondidos fue Otto Frank, su padre, quien desde su liberación en 1945 se dedicó a mantener el legado de toda su familia.
Ana fue enviada al campo de concentración nazi de Auschwitz el 2 de septiembre de 1944 y, más tarde, al campo de concentración de Bergen-Belsen, donde murió de tifus el 12 de marzo de 1945, pocos días antes de la fecha en que habría sido.