Hay 10 razones por las que Claudia Sheinbaum va adelante en las encuestas:
- Por su preparación. La jefa de Gobierno de la CDMX es una científica reconocida, con una trayectoria universitaria relevante en disciplinas tan complejas como la física y la ingeniería.
- Por su buen desempeño en la administración pública. Sorprendió a la clase política entre el año 2000 y 2006 cuando colaboró con Andrés Manuel López Obrador en el gobierno capitalino. Encabezó uno de los principales proyectos de infraestructura que ha habido recientemente en este país, el de los segundos pisos del periférico, y lo hizo con notas sobresalientes. Además de ello cumplió otras tareas en la gestión pública también con eficiencia y sobre todo honestidad.
- Por su lealtad al proyecto y a la persona. La doctora Sheinbaum no es política profesional; llegó a esta actividad por simple idealismo y por identificación con un dirigente de izquierda cuyos principios comparte. Solo ha colaborado con López Obrador, con ningún otro gobernante o político, y después del actual sexenio únicamente seguirá en funciones gubernamentales si en su partido se decide que ella debe continuar y consolidar las transformaciones propuestas por Andrés Manuel. Si no ocurre así, ella volverá a la academia, es decir, no es una ambiciosa vulgar.
- Porque es mujer. Resulta clarísimo que todas las sociedades actuales, no solo la mexicana, exigen mujeres cada día con más poder de decisión tanto en las empresas como en la política. Particularmente en lo que se refiere a gobernar países, ellas han demostrado que lo hacen mejor que ellos. Hasta una nación tan machista como la nuestra está dando un giro en ese sentido.
- Por su capacidad para rectificar. Los errores que se han corregido durante su periodo al frente del Gobierno de la Ciudad de México, Sheinbaum los ha corregido de inmediato, tanto cambiando el rumbo de programas que no han resultado como exigiendo las renuncias procedentes. Rara virtud en la política la de hacer rectificaciones a tiempo.
- Por su perfil morenista. Entre todas las personas que han sido mencionadas como aspirantes presidenciales por Morena, no cabe duda de que Sheinbaum es la más aceptada por las mejores personas, las más idealistas, de este partido. Conste, hablo de lo mejor del morenismo no de lo más influyente ni lo más politiquero.
- Por habilidad para superar crisis. Como alcaldesa de Tlalpan no la derribó la tragedia del colegio Rebsamen durante el sismo del 2017. A cualquier otro gobernante local un hecho tan terrible lo habría puesto fuera de combate, pero a Claudia le sirvió para despegar todavía más. La prueba está en que un año después ganó las elecciones para la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México. El desastre de la Línea 12 del Metro que ella heredó lo está operando tanto en lo político como en lo jurídico de la manera correcta. Hoy trascendió en el diario El País que Carlos Slim está pagando cantidades millonarias a las víctimas para salir del problema.
- Porque no es grilla. La politiquería tradicional la de sembrar rumores en cafés y restaurantes o en los pasillos de Palacio, la de generar comentarios sin fundamento en las columnas políticas, eso es algo que a Claudia Sheinbaum no se le da. Hace su trabajo, expresa sus opiniones y el resultado lo deja al juicio tanto de sus colegas como de la comentocracia. Un juicio que en los espacios objetivos suele favorecerle.
- Por su natural alianza con las gobernadoras. No solo simpatizan con ella las nuevas gobernantes de Morena, sino evidentemente también la panista Maru Campos, de Chihuahua. Al menos así quedó de manifiesto en una foto que la propia Campos difundió hace no mucho tiempo. La solidaridad femenina en momentos fundamentales para esa causa es más importante que las diferencias partidistas o ideológicas. Si gana la gubernatura de Aguascalientes la panista Tere Jiménez estará en la misma situación, y no se diga de otras dos o tres morenistas que se sumarán al grupo de gobernadoras.
- Por su seriedad. No es poca cosa la seriedad en un ambiente como el político cada día más invadido por comediantes como Roberto Palazuelos o por incultos deportistas como Cuauhtémoc Blanco. Tampoco es poca cosa rechazar otra frivolidad que tanto daña a la política mexicana: la de cambiar de camiseta, de partido y hasta de principios cada vez que al politiquero así le conviene.
Federico Arreola en Twitter: @FedericoArreola