1.- Por haber puesto el gobierno de México al servicio de decenas de millones de personas que viven en condiciones de pobreza en nuestro país. Es la gran obra de Andrés Manuel López Obrador.
2.- Por el manejo sensato de la economía, que recientemente se ha traducido en un fortalecimiento del peso en tiempos en que el dólar se ha encarecido frente a prácticamente todas las monedas del mundo.
3.- Por el respeto absoluto a la libertad de expresión. Como nunca antes, en México hoy se critica a abiertamente al presidente sin que se toque a quienes lo hacen. Puede la comentocracia inclusive insultar y calumniar a AMLO y a nadie se le molesta, excepto con civilizadas y democráticas refutaciones desde Palacio Nacional, que son extraordinarias invitaciones al diálogo que debemos agradecer los partidarios de debatirlo todo.
4.- Por la presencia cada día mayor de las mujeres en los cargos de alta responsabilidad política. Nunca había habido tantas gobernadoras y ministras de la corte suprema, nunca una mujer había encabezado el Banco de México, nunca la mitad del gabinete había sido femenina, nunca una señora había competido por la presidencia de la república con posibilidades reales de éxito.
5.- Por la honestidad del presidente López Obrador, un hombre austero, sencillo, alejado de las riquezas materiales, un caso rarísimo en nuestro sistema político.
6.- Por la lucha contra la corrupción en el gobierno, que ya no es discurso: ahora es la esencia de la 4T.
7.- Por el cambio de estrategia en el tema del combate a las bandas del crimen organizado. No ha funcionado la guerra, se apuesta por la paz, algo que tarde o temprano dará resultados en un país excesivamente dañado por la violencia que otros gobiernos, por inútiles o por complicidad con el narco, hicieron crecer .
8.- Por la decisión de invertir más en las regiones de México que habían quedado rezagadas.
9.- Por el respeto absoluto a la actividad empresarial en un gobierno de izquierda convencido de que sin generación de riqueza no hay avance económico para nadie.
10.- Porque las personas muy adineradas ya pagan sus impuestos; no lo hacían en el pasado porque los anteriores presidentes eran empleados de la clase empresarial. Ya no ocurre así, ahora el titular del poder ejecutivo solo obedece a la mayoría de la gente y quienes pertenecen a la minoría privilegiada —hombres y mujeres de negocios con enormes fortunas— simple y sencillamente cumplen con sus obligaciones, como debe ser.