El termómetro social ha medido el pulso de la opinión pública en vísperas de las elecciones del 2023 y 2024. La tendencia, en ese sentido, apunta a que Morena será el gran vencedor de ambos procesos de acuerdo con la propia percepción y las circunstancias. De hecho, en el Estado de México y Coahuila, el partido lopezobradorista lleva ventaja pues el propio reconocimiento de las encuestas ratifican que, en este lapso, el ganador sería el partido guinda, especialmente porque se ha mantenido en la cima del ánimo ciudadano.
Creemos, en ese sentido, que el único desafío que enfrentará Morena es mantener la unidad y erradicar las pugnas internas. Si se enfocan en ello, la oposición vivirá de nueva cuenta, un descalabro similar al del 2018 y 2021 en el que fracasaron a pesar de la alianza de supervivencia que han puesto en marcha. Aunque se junten, no hay muchas alternativas que puedan ofrecer.
Esa es la cuestión: la oposición carece de cuadros competitivos para encarar los ejercicios venideros respecto al proceso presidencial, lo mismo que en los estados en que también se medirán en nueve entidades federativas.
Si la lógica sigue manteniendo esa percepción, Morena ganará, al menos, seis de nueve entidades. Y, en una de esas, hasta ocho considerando lo cerrado que se ha anticipado el escenario. Por ejemplo, en Yucatán y Guanajuato, la alianza Va por México tiene ventaja, sin embargo, Morena le pisa los talones. Es decir, aumentó la base de simpatía a favor de la causa del lopezobradorismo.
En ese sentido, de mucho han servido los grandes índices de popularidad que tiene el presidente sin ignorar que, en esa misma coyuntura, la alianza o la oposición no ha hecho nada significativo para emprender el vuelo. Eso mismo pasa en el país y en todas las entidades federativas donde habrá elecciones en 2024. O sea, Morena es favorito en Ciudad de México, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Puebla y Morelos.
Y, en esa misma disputa por la entidades, no hay que descartar que, en Jalisco, Morena dé la campanada. De hecho, las propias encuestas han mostrado el crecimiento en aquel territorio al grado de emparejar técnicamente al partido en el gobierno. Eso, a la postre, puede ser una realidad que ponga en condiciones inmejorables a Morena, máxime porque hay aspirantes muy fuertes que comienzan a figurar al ser considerados cuadros importantes tanto en presencia territorial, como en protagonismo desde una trinchera.
Por lo tanto, sigo creyendo que Morena será, en ambos procesos electorales, el gran ganador. Y no solo porque tiene ventaja en las encuestas, sino porque la oposición sigue sin encontrar la brújula. Ese es, en ese sentido, un elemento que influirá para que el lopezobradorismo siga expandiendo su dominio. Ésa, como otras circunstancias, son el punto de inflexión para el contrapeso que no ha podido contener el avance paulatino de Morena a lo largo y ancho del país.
Los propios niveles de desaprobación que vive la oposición son el mejor juez. En otras palabras, es imposible competir sin el respaldo de la población civil porque cada vez van en caída libre: Es el caso del PRI y PRD que se han quedado muy alejados de la base de apoyo que -en algún momento- llegaron a tener. Hoy, en ese sentido, son vistos únicamente como espectadores de una alianza variopinta que, hasta ahora, ha naufragado en el intento.
A propósito de ello, perderán dos bastiones importantes como el Estado de México y Coahuila. Y, la cereza en el pastel, será cuando Morena refrende su respaldo al proyecto en las elecciones presidenciales en conjunto con la mayoría de entidades federativas que, sin duda, modificarán el rumbo al paradigma sociopolítico.
El futuro es alentador para Morena y, en una de esas, se llevan carro completo en 2023 y 2024.