Se puso creativo en el debate el señor Armando Guadiana, candidato de Morena al gobierno de Coahuila.
Dijo que sus rivales representan las 3T:
- 1T, la de Traición: así calificó Guadiana al candidato del PT, Ricardo Mejía Berdeja. Traición porque abandonó a Morena cuando la encuesta de este partido no le favoreció.
- 2T, la de Trampas: así calificó Guadiana a Lenin Pérez, candidato del Verde. Tramposo porque participa en las elecciones solo para favorecer al PRI.
- 3T, la de Títere: así calificó Guadiana a Manolo Jiménez, candidato del PRI-PAN-PRD. Títere de los Moreira que tanto daño han hecho a Coahuila.
Hubo una 4T, la del candidato de Morena, de Traficante. El problema para Guadiana es que a él también le pusieron su propia T, la de Traficante de influencias desde el Senado. Esta T se la puso Mejía Berdeja, su excompañero en Morena.
Lo lamentable para el partido de izquierda es la división. Si Guadiana y Mejía estuvieran unidos arrasarían con el priista Jiménez. Bastante limitado se vio este joven —Peñanietito lo llamó el candidato de Morena—, así que el morenismo unificado lo habría derrotado con facilidad, pero...
Ni hablar, el hecho es que Morena en Coahuila se dividió, y esa es la ventaja de la alianza PRI, PAN, PRD. Mario Delgado, dirigente del partido de izquierda, exhibió todas sus limitaciones.
Este domingo, en Oaxaca, el presidente AMLO insistió en que mediante el método de la encuesta Morena seleccionará a su candidato o candidata para las elecciones presidenciales de 2024.
Andrés Manuel López Obrador aprovechó la oportunidad para exigir que en Morena se mantenga la unidad: “Cerramos filas para volver a triunfar, para que siga adelante la transformación de la vida pública de México”.
La verdad de las cosas es que Morena podría verse en problemas y hasta perder la presidencia si se rompiera la unidad al interior del partido porque Marcelo Ebrard se fuera a la oposición —lo afirman a diario quienes promueven las aspiraciones del canciller—.
¿Cómo se evitará la ruptura en Morena? Creo que la única posibilidad radica en adelantar la fecha de la encuesta, de tal manera de que el presidente López Obrador tenga tiempo para una complicadísima operación cicatriz. AMLO tendrá que ser el cirujano, ya que si dejara algo tan complicado en las manos del ineficaz Mario Delgado, el partido de izquierda reventaría.
El riesgo en Morena tiene nombre y apellido: Marcelo Ebrard. Ya no se irá del partido de izquierda el senador Ricardo Monreal, quien coqueteó bastante con marcharse a la oposición. Monreal, con realismo, se disciplinó: entendió que son muy bajos sus números en las mediciones de preferencias electorales, así que se queda en Morena.
Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López, absolutamente leales a AMLO, jamás dejarían la 4T para irse a otro partido. Podrían tal vez alejarse de la política si las cosas vinieran mal para ella y él, pero nada más. El que sí puede intentar la aventura de romper con el obradorismo es Ebrard, quien aunque no es líder en las encuestas —en todos los sondeos Sheinbaum lo supera—, sí tiene números de preferencias que lo harían atractivo para los partidos de oposición.
El equipo de Marcelo ya anuncia una primera indisciplina: renunciar a la Secretaría de Relaciones Exteriores para recorrer el país en un intento desesperado por emparejarse con Claudia. Sería su última jugada, ya que la anterior, la de su librito de autoelogio, nomás no le funcionó.
Santiago Creel, Lilly Téllez, Beatriz Paredes y Claudia Ruiz Massieu —que buscan la candidatura presidencial de la alianza PRI, PAN, PRD— deben estar en oración para que Ebrard haga berrinche y deje a la 4T. Sería el milagro que volvería competitivos a partidos de oposición que, si Morena no se fractura, nada harán en 2024.