“And I am findin’ out
There's just no other way
That I'm still dancin'
At the end of the day
If you leave the light on
Then I'll leave the light on
(Light on, light on, light on)”
MAGGIE ROGERS
“Fallait qu’la nature ce décide
Pour qu'on ce remet en question
A l’abri du monde entier”
ERIC LAPOINTE
A tribunales. ¡Qué triste!, pero a la vez no.
Lorenzo Córdova Vianello, presidente del INE, lo volvió a repetir ayer. Él, junto con los demás consejeros del instituto, sostienen: “este es el momento en que los ciudadanos en lo individual o de manera colectiva pueden y creo deben, debemos, si queremos defender a la democracia, presentar todos los recursos dentro de los cauces legales”.
Un llamado a actuar y no permitir que la democracia, como la conocemos, deje de existir.
Evitar caer en la complacencia de mirar hacia otro lado ante la vorágine de un ejecutivo federal que monopoliza todo el poder y cada día se apoya más en los militares (¿Lo han pensado? Si acaso existe algo equivalente a un plan de gobierno de la 4T es ese: dejar al país en manos de la Sedena).
Pero volviendo concretamente a la cuestión electoral, todo indica que no quedará más que hacer valer nuestra condición de ciudadanos; exigir el respeto de nuestros derechos, atender obligaciones y velar por el cumplimiento de la norma constitucional.
Se dice fácil; hacerlo no lo será tanto. Implica que cada mexicano asuma, desde su trinchera, el deber de defender las elecciones libres y de expresarse en contra de una serie de reformas a la ley secundaria electoral que impactarán en cada ciudadano.
De utilizar diversas herramientas jurídicas —como es el juicio de amparo, individual y colectivo— para poder frenar la propuesta de debilitar el INE hasta dejarle moribundo.
De desenmascarar un Plan B que se disfraza de austeridad (es increíble que AMLO y su gobierno nos ponga eso de argumento, cuando que somos testigos del absoluto derroche que significan Pemex, la CFE, el Tren Maya, Dos Bocas, etcétera), pero que tiene por objeto “destazar” al INE poniendo en la calle al 85% de su personal operativo (2,600 familias). Que busca comprometer los mecanismos de vigilancia eficiente y verificable que van desde los órganos electorales locales, pasando por las 300 juntas distritales —reducir 792 plazas de encargados a solo 32–, hasta poner en riesgo las elecciones del 2024.
Claramente expuestas están, entonces, las razones por las cuales como ciudadanos debemos ampararnos ante un plan que confiere al gobierno, junto con su partido político, la facultad de contar nuestros votos.
Permitir la realización del mismo es estar de acuerdo con la desaparición de las elecciones como hoy las conocemos (tipo la que se realizó en el 2018) y regresar a las de estilo 1988, esas donde el gobierno tenía asegurada la victoria.
En otras palabras, olvidarnos de votar en unas elecciones libres y auténticas, donde el voto es secreto y “cuenta y se cuenta”.
López Obrador, en su calidad de presidente de Morena —de la otra cachucha, la de gobernante de todos nosotros, se ha olvidado por completo—, seguirá utilizando la palestra presidencial para acusar a los consejeros del INE. Los once —algunos propuestos por él— quienes han señalado que la reforma legal aprobada por el Legislativo es poner en jaque al instituto electoral y a las elecciones.
Razón de más para parar el discurso incendiario de López Obrador, uno que divide a la ciudadanía.
División, por cierto, que no entiende de razones ni de equilibrios. Basta ver como miembros de la 4T trataron a Carmen Aristegui por haber osado ser la moderadora ayer en la presentación del libro “La democracia no se toca”, escrito por Lorenzo Córdova y Ciro Murayama.
Queda claro: para los cuatroteístas o se está de acuerdo con ellos o se es un vendido.
Están buscando imponer su voluntad en contra del árbitro electoral que es el único que debiera vigilar y garantizar se lleven a cabo votaciones libres.
Con mayor razón, entonces, es momento de actuar como ciudadanos y ampararnos contra cualquier propuesta antidemocrática.
Es la hora de la ciudadanía.