Cuando lo vi, no entendí este tuit de José Hernández, monero de La Jornada y El Chamuco:

Todo quedó claro cuando leí la siguiente nota de SDPNoticias: “Monero Hernández: Carlos Loret de Mola y Brozo intentaron ridiculizar su trabajo”.

El payaso y su patiño hicieron un sketch de YouTube en el que se burlan de algunos destacados periodistas que creen en el proyecto de cambio político encabezado por Andrés Manuel López Obrador: el mencionado monero Hernández, Rafael El Fisgón Barajas y Epigmenio Ibarra.

Solo haré tres comentarios:

1.- No tengo la menor duda acerca de que El Fisgón, Hernández y Epigmenio realizan su trabajo con mucha mayor calidad profesional que Brozo y Loret.

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2.- Me consta que es enorme la autoridad moral de los caricaturistas El Fisgón y Hernández y del articulista y productor de televisión Epigmenio Ibarra.

3.- ¿La moralidad del payaso y su patiño? Agustín Lara la sintetizaría así: “Se venden, ¿quién pudiera comprarlos?”. Aunque, en realidad, esa pregunta ya es irrelevante porque a Brozo y a Loret los adquirió uno de los más perversos políticos del PRI, Roberto Madrazo, cuyo dinero —y el de su hijo y su yerno— pagó el video que con justa razón molestó a Pepe Hernández; por cierto, un video que sus creadores seguramente consideran humorístico, pero que en mi opinión es muy vulgar.

Contra Sheinbaum

En el sketch, que vi completo debido al tuit de Hernández, el payaso Brozo y el patiño Loret —sobre todo Loret— son muy insistentes en descalificar a Claudia Sheinbaum.

Carlos Loret varias veces le dijo a su acólito que a Sheinbaum ya se le cayó la candidatura presidencial de Morena. Para defender tal tesis, Loret recurrió a la infamia contra la jefa de gobierno. Brozo lo hizo también.

A Marcelo Ebrard ni el payaso ni el patiño lo vilipendiaron; todo lo contrario, lo elogiaron como alguien tan independiente, tan autosuficiente, que por esa razón el presidente AMLO no lo destapará como candidato de Morena para el 2024. Y es que según Loret y Brozo, el presidente López Obrador pretende dejar en Palacio Nacional a alguien a quien pueda manipular.

Bien aprendido tienen el payaso y el patiño el guión de Claudio X. González: unificar a la oposición con un político conocido, de preferencia uno que abandone Morena cuando el presidente López Obrador le niegue la candidatura presidencial por supuestamente ser un hombre con pensamiento independiente.

Pues sí, es un honor

Al final del sketch el payaso y su patiño se burlan de la frase que tantos hemos gritado tantas veces desde antes del lamentable fraude electoral de 2006: “¡Es un honor estar con Obrador!”

No comprenden Brozo y Loret la esencia del movimiento de Andrés Manuel, que no ha buscado el poder, sino cambiar las injustas estructuras políticas y económicas de México.

Andrés Manuel López Obrador es más que un presidente acosado por los medios que en la 4T han perdido dinero, un gobernante con el poder económico en contra —en contra, sí, digan lo que digan los empresarios que visitan Palacio Nacional, los muy convenencieros—, un líder que ha enfrentado dos crisis terribles, ambas globales, la sanitaria por la pandemia de covid y la económica, generada por el confinamiento para evitar el virus y agravada por una espantosa guerra en Europa que ha desatado el temible fenómeno de la inflación en todas partes.

Desde la Revolución mexicana ningún gobernante de nuestro país había enfrentado hechos tan adversos, llegados de fuera del territorio nacional. Andrés Manuel ha mantenido la estabilidad y, pese a todo, México transita hacia adelante. Lo ha hecho con habilidad, con austeridad, con honradez y combatiendo la corrupción.

Pero AMLO es más que un presidente eficaz, que lo ha sido a pesar de las gigantescas dificultades que no conocieron sus antecesores. Él es un líder al que millones respetamos, admiramos y queremos por su ejemplo de lucha. Si nunca hubiera llegado a la presidencia, no nos habríamos cansado de decir que es un honor estar con Obrador. Llegó al poder, y lo seguimos diciendo con el mismo entusiasmo de 2006: ¡Es un honor estar con Obrador!

Creo que Brozo y Loret son demasiado pequeños, están muy mal informados y han vivido muchísimos años en la oscuridad de la putrefacción periodística; por eso no entienden a alguien que brilla como AMLO, una persona tan distinta a todos nosotros.

Yo ni siquiera comparto las ideas de Andrés Manuel. Él cree en la Revolución cubana, yo la detesto. Él está convencido de que el gobierno debe prácticamente monopolizar el sector energético, yo estoy por las empresas privadas en todas las actividades. A él le emociona la trova cubana, a mí me parece cursi. Él cree en Dios, yo soy ateo.

Si digo que es un honor estar con Obrador no lo hago por identificación ideológica, claro que no. Yo más bien soy neoliberal. Lo admiro porque es un ser humano excepcional, capaz de sacrificios que yo no haría; lo respeto por su honestidad absolutamente ejemplar, tan necesaria en la presidencia de un país muy dañado por la corrupción; lo aprecio y le doy las gracias porque alguna vez me permitió tratarlo de cerca, y es que sin duda es un honor charlar de cualquier cosa, no solo de política —preferentemente no de política— con un hombre que ha hecho historia de la buena.

Sí, seguiré diciendo que es un honor estar con Obrador.