Mujeres que mandan en universidades
En algunas naciones cada día más mujeres dirigen grandes universidades. Desgraciadamente, en México siguen siendo muy pocas.
“Más de una cuarta parte de las 200 mejores universidades del mundo son dirigidas por mujeres”, dice un artículo de Times Higher Education. No hay ninguna mexicana en ese texto porque, ni hablar, en el Ranking Mundial de Universidades 2025 la institución de educación superior de nuestro país mejor evaluada, el Tecnológico de Monterrey, aparece después de la posición 600, es decir, bastante abajo en la clasificación.
Notable que cuatro de las diez mejores universidades del mundo las dirijan mujeres:
- Irene Tracey, de la Universidad de Oxford, la número uno en el ranking global.
- Sally Kornbluth, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, la número dos en el ranking.
- Deborah Prentice, de la Universidad de Cambridge, la número cinco en la clasificación mundial.
- Maurie McInnis, de la Universidad de Yale, la número diez en el ranking.
¿Rectoras mexicanas? Entre las 10 primeras universidades de México en el Ranking Mundial de Universidades 2025 —todas en la parte baja de la tabla, hay que subrayarlo— solo hay una rectora:
- HOMBRE: David Garza, presidente del Tecnológico de Monterrey.
- HOMBRE: Leonardo Lomelí, rector de la UNAM.
- HOMBRE: Jesús Madueña, rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
- HOMBRE: Luis Enrique Palafox, rector de la Universidad Autónoma de Baja California.
- MUJER: Ma. Lilia Cedillo, rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
- HOMBRE: Arturo Reyes Sandoval, director del Instituto Politécnico Nacional.
- HOMBRE: José Antonio De los Reyes, rector de la Universidad Autónoma Metropolitana.
- HOMBRE: Ángel Garduño, rector de la Universidad Autónoma Chapingo.
- HOMBRE: Daniel Constandse, rector de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
- HOMBRE: Jesús Octavio Pimentel, rector de la Universidad Autónoma de Coahuila.
Busqué rectoras en otras diez universidades conocidas de México, y encontré solo dos:
- HOMBRE: Luis Arriaga, rector de la Universidad Iberoamericana.
- HOMBRE: Arturo Fernández, rector del ITAM.
- HOMBRE: José A. Lozano Díez, presidente de la Universidad Panamericana y del IPADE.
- MUJER: Silvia Elena Giorguli, presidenta del Colegio de México.
- HOMBRE: Cipriano Sánchez, rector de la Universidad Anáhuac.
- HOMBRE: Santos Guzmán, rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
- MUJER: Karla Planter, rectora general de la Universidad de Guadalajara.
- HOMBRE: José Antonio Romero Tellaeche, director del CIDE.
- HOMBRE: Álvaro Fernández, presidente de la Universidad de Monterrey
- HOMBRE: Nestor Anaya, rector de la Universidad La Salle.
Solo tres rectoras o presidentas de universidades en 20 instituciones de enseñanza avanzada, y ninguna en las más grandes. Pésimo dato, ni duda cabe.
Puras ganas de chingar con AMLO. El querido Ciro Gómez Leyva no supera las críticas que el expresidente Andrés Manuel López Obrador le hizo el pasado sexenio.
El articulista de Excélsior insiste en que AMLO se ha escondido desde que comenzó el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Por tal motivo, considera Gómez Leyva que el evento del Zócalo del próximo domingo es una “gran oportunidad” para que Andrés Manuel salga del escondite:“Costaría comprender qué cosa más importante pudiera tener López Obrador el domingo a las 12 que hacerse uno con el pueblo en este acto… Tendría una gran oportunidad para salir del escondite donde se oculta desde hace cinco meses. En ese Zócalo nadie lo incordiará ni le gritará viejo mentiroso o cosas peores”.
Qué obsesión con AMLO. Sobran comentócratas que desean verlo en la mayor desgracia. No le perdonan, algunas personas de los medios, que les haya quitado privilegios —sobre todo, muchísimo dinero—; otras, como Ciro, quieren destruirlo porque López Obrador cometió el terrible pecado de haber respondido con fuerza a cada una de sus críticas.
Por el tono de su escrito, Ciro seguramente piensa que si Andrés Manuel acompañara a Claudia en el Zócalo la presidenta estaría en un gran problema de imagen, es decir, que el expresidente le robaría el show a la presidenta y esta, entonces, quedaría obligada a hacer lo que anhela tanta gente del periodismo: agredir desde el gobierno a AMLO.
Creo que Ciro Gómez Leyva no conoce a Claudia Sheinbaum, una mujer nada acomplejada. Si Andrés Manuel apareciera el domingo en el Zócalo, abajo del templete, ella personalmente bajaría para invitarlo a subir y hasta le pediría que pronunciara un discurso. Le valdría gorro que después de eso los y las columnistas la cuestionaran por no romper con el expresidente.
Las mujeres fuertes soportan y aun utilizan para tener todavía mayor éxito críticas tan machistas. Ciro no se ha dado cuenta, pero hay misoginia en su provocación, esa de AMLO, sal del escondite y acude al Zócalo con Claudia.
El columnista piensa que habría un gigantesco escándalo que perjudicaría a la presidenta. Pero no sería para tanto. Se publicarían artículos y caricaturas contra Claudia, se alborotarían las redes sociales y la comentocracia lincharía a la presidenta en radio y TV. Y ya… El ruido duraría 48 horas, en las cuales Sheinbaum no dejaría de trabajar. En la siguiente encuesta de aprobación ella mantendría su 80%+.
El libro que leyeron el chino Xi Jinping y la mexicana Sheinbaum. El autor es Dominic Tierney y su título, The Right Way to Lose a War: America in an Age of Unwinnable Conflicts (El modo adecuado de perder una guerra: Estados Unidos en la era de los conflictos que no se pueden ganar).
En tal obra se demuestra que Estados Unidos no ha ganado ninguna guerra desde la Segunda Guerra Mundial. Por eso el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, ordenó al vocero de su cancillería, Lin Jian, precisar que ese país asiático está preparado para enfrentar a Estados Unidos en el terreno que Donald Trump elija: “Si lo que Estados Unidos quiere es una guerra, ya sea una guerra arancelaria, una guerra comercial o cualquier otro tipo de guerra, estamos dispuestos a luchar hasta el final”.
Claudia Sheinbaum también leyó el libro, por eso sabía que Estados Unidos ya no gana guerras, menos las comerciales. Entendió la presidenta que su guerra arancelaria Trump la iba a perder en su propio país en cuanto afectara los bolsillos de las grandes empresas estadounidenses, lo que ocurrió desde antes de que iniciara la batalla. Por eso más tardó el presidente Trump en llevar a los hechos sus amenazas de aranceles que en empezar a echarse para atrás.