El presidente AMLO se supera a sí mismo. Sus múltiples fracasos en cada una de las materias evaluables le conducen invariablemente a utilizar los espacios mañaeros para decir n´importe quoi (expresión en lengua francesa que significa una sandez o cualquier cosa).
En su sempiterna rivalidad con los periodistas que le critican, el pasado miércoles AMLO nos sorprendió descalificando a Carlos Alazarki como “hitleriano” en una absurda referencia al dictador alemán que condujo a la muerte a millones de personas en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Con ello, Alazraki se ha sumado a la pléyade de periodistas como Carlos Loret de Mola o Joaquín López-Dóriga que han sido objeto de menciones por parte del jefe del Estado mexicano. Esta vez, sin embargo, ha sido con descalificaciones abominables y fuera de toda racionalidad histórica.
Tras los desafortunados dichos, la Comunidad Judía en México, a través de su Comité Central y de la Tribuna Israelita, expresó su rechazo: “Toda comparación con el régimen más sanguinario de la historia es lamentable e inaceptable”. Y ha sido con toda razón.
AMLO, con sus desatinadas comentarios (y sumémosle que añadió los nombres de otros personajes de la historia del siglo XX como Mussolini, Franco o Stalin) se pinta de cuerpo entero; a él mismo y al movimiento político que representa: un régimen que no escatima en descalificar desde la tribuna presidencial a cualquier hombre o mujer que osa alzar la voz para criticar los errores del gobierno, un desconocimiento brutal y vergonzoso de la historia universal, un gobierno que no muestra el mínimo respeto hacia la verdad y que opta por destruir la reputación de cualquier mexicano mediante la mentira y la utilización de frases provocadoras e injuriosas.
Aún peor, Carlos Alazraki Grossman, lejos de ser hitleriano o de seguir los pensamientos de Adolfo Hitler, pertenece a la comunidad judía, lo que hace del suceso mañanero más vergonzoso.
Cualquier comentario desproporcionado en este sentido es reprobable. Si se tratase de un ciudadano privado sería igualmente condenable. ¡Pero es el presidente de la República! ¡El hombre responsable de dirigir los destinos de este país y de defender el interés general nación!
Por estas razones, confiemos que la Comunidad Judía, y todos sus hombres y mujeres que tanto nos han brindado mediante sus valiosas aportaciones a la ciencia y a la historia, perdonen, en nombre de todos los mexicanos, los despropósitos de AMLO. Yo creo, sinceramente, que AMLO, a final de cuentas, no sabe lo que dice.