“El hecho fundamental nunca falla; su prueba siempre es verdadera”.
MICHAEL FARADAY
“Los hombres pueden dividirse en tres clases: los que creen ser donjuanes, los que creen haberlo sido y los que creen haberlo podido ser, pero no quisieron”.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET
Fue una amenaza
Continúan estirando la liga. ¿Hasta dónde? Por lo visto hasta romperla. Menudo problema tanto para quien sostiene el hule como para quien lo estira; imposible negarlo. Alguien está retando sin tener la fuerza necesaria para sostener su bravata.
Empecemos por lo primero: al poner su asistencia de por medio, nuestro presidente amenazó al anfitrión de la Cumbre de las Américas a tener que invitar a tres dictadores del continente. De antemano sabíamos que Estados Unidos, bajo ningún motivo, invitaría a tal reunión a los autócratas de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero, más allá de ello, ¿son formas y modos un ultimátum de ese calibre recetado por el mexicano?
Total, la Cumbre de las Américas ya inició. 23 jefes de Estado y de gobierno acuden a la reunión, algunos con reclamos y otros esperando recibir parte de los apoyos que Estados Unidos tiene pensados para Centroamérica y Sudamérica en una apuesta para disminuir problemas de la región.
En plan de acusar
Es lamentable lo que acusan republicanos estadounidenses sobre López Obrador. Casi igual de deplorable que, buscando una defensa, el inquilino de Palacio diga que “él no es Felipe Calderón”.
Desafortunadamente, parte de lo dicho por los senadores norteamericanos es innegable.
Tomemos las palabras de Marco Rubio: “me alegra ver que el presidente mexicano, que ha entregado secciones de su país a los cárteles de droga y es un apologista de la tiranía en Cuba, de un dictador asesino en Nicaragua y de un narcotraficante en Venezuela no estará en Estados Unidos esta semana”. Este mensaje contiene dos afirmaciones. La segunda es un hecho, ¿cómo negarla?; la primera —más de la situación de violencia que atraviesa nuestro país y que no pocos mexicanos barruntan la misma hipótesis del senador, especialmente por aquello de sus querencias por los humanos delincuentes—, no es algo que se haya probado.
A las acusaciones de Ted Cruz, otro senador republicano, López Obrador respondió diciendo que él sí tiene pruebas de que el legislador norteamericano ha recibido apoyo de las asociaciones pro-armas de Estados Unidos y de los productores de estas.
No hay sorpresa; no es secreto. En ese país, a diferencia del nuestro, los representantes populares deben informar de las visitas de cualquier cabildero y también de los recursos que reciben de asociaciones, personas o empresarios.
No hagas cosas buenas que parezcan malas
Quiero retomar esa parte que a nadie gusta pero que salta a la vista: López Obrador pareciera que está más contento con los dictadores de América Latina que con nuestro mayor socio comercial.
Haciendo memoria, desde la liberación de Ovidio Guzmán, hijo de “el Chapo”, empezaron las interrogantes. Luego la extradición del general Salvador Cienfuegos, detenido por la DEA en Estados Unidos, bajo la promesa del gobierno mexicano de realizar las investigaciones conducentes. Estas nunca ocurrieron. Siguen, después, su apreciación y saludos a los delincuentes, su defensa a los delincuentes, su transitar por zonas controladas por el crimen organizado, mientras barreras de civiles armados detienen a la prensa. Las dudas carcomen y el jefe del Ejecutivo adora alimentarlas. Son muchas acciones de su parte que dan pie a los dichos.
Y así, Rubio (quien es miembro de los comités de Inteligencia y de Relaciones Internacionales del Senado de Estados Unidos) no acusó a AMLO de tener lazos con el narco, sino de ceder espacio al este. Mientras que Cruz, en febrero de este año, dijo: “estoy sumamente preocupado por los disturbios civiles en México y el rompimiento de la sociedad civil. La ruptura del Estado de derecho del otro lado de nuestra frontera sur supone un reto para la seguridad nacional y peligros para los Estados Unidos, en asuntos que van del tráfico de narcóticos a la inmigración ilegal”.
Hasta romperla
Mezcla de verdades y de ‘otros datos’ (muy al estilo obradorista) para señalar a nuestro primer mandatario como un vecino poco confiable. Y la situación violenta que solo se ha incrementado en nuestro país o el ser el país con mayor número de periodistas asesinados del orbe no ayuda a la credibilidad del tabasqueño.
López Obrador juega a estirar la liga. ¿Hasta dónde las reiteradas puyas que lanza se volverán contra México y todos nosotros? Porque no nos equivoquemos: nuestro país sufre por los desaires, otros datos y acusaciones sin sustento espetadas por quien hoy ocupa la silla presidencial.
De esto último no me cabe la menor duda; a las pruebas me remito.