En política no hay proyectos perfectos y menos nada es para siempre.
Los imponderables trastocan los planes de las organizaciones políticas y de los líderes sociales y de la noche a la mañana lo que parecía ser un futuro promisorio se convierte en un escenario lleno de escollos y lleno de peligros.
Comentaba yo el pasado viernes con Manuel Feregrino que el pretendido liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador que podría asumir después de celebrada la cumbre de países del Pacífico a realizarse dentro de tres días en Lima, era un proyecto que ya se veía muy difícil de lograr y tenía la impronta de ser una aventura frustrada.
El desgarriate que armó el presidente mexicano con las presuntas conversaciones que sostuvo con el todavía mandatario peruano, Pedro Castillo, cuando el poder se le escapaba de las manos al maestro rural Inca, dejaron a un lado la reconocida internacionalmente política mexicana de NO INTERVENCIÓN en los asuntos internos de otras naciones.
(La Doctrina Estrada, dada a conocer el 27 de septiembre de 1930 durante el mandato de Pascual Ortiz Rubio, fue producto de las reflexiones de Genaro Estrada Félix, quien en ese momento era el Secretario de Relaciones Exteriores. Su uso más extendido se dio en la década de 1970, cuando México no otorgó reconocimiento de Estado a los países sudamericanos que sufrieron golpes de Estado. México únicamente se limitó a mantener o retirar sus misiones diplomáticas. Todas las naciones son iguales ante el Derecho. En consecuencia deben respetar mutua y escrupulosamente sus instituciones, sus Leyes y su soberanía, sometiéndose estrictamente y sin excepciones al principio universal de no intervención.)
En una comedia de equivocaciones México se salió del guion de la Doctrina Estrada en el escabroso del intento de auto golpe de estado de Pedro Castillo y con ello su pretendido liderazgo de los países latinoamericanos simplemente se hizo agua.
Después del desaguisado diplomático en el caso de Perú y su defenestrado mandatario Pedro castillo, Morena recibió otro revés de impacto nacional.
El llamado Plan B de la reforma electoral planteada por el Ejecutivo, traía en su contenido artículos para favorecer la permanencia de los partidos testimoniales como el Verde y el PT, que eran unos auténticos cachirules.
Después de los numeritos de Perú y de los cachirules del Plan B de la Reforma Electoral, sin duda alguna que Morena y el líder social que sigue siendo Andrés Manuel López Obrador, ya no navegan con la mar en calma que tenían hasta hace una semana.
En política nada es para siempre.