Recupero brevemente en estas líneas la columna de mi colega Manuel Díaz publicada ayer en este espacio de SDPnoticias. En opinión de Manuel, Marcelo Ebrard ha optado por desmarcarse de Morena y de AMLO, en el contexto de la presentación de su libro “El Camino de México”.
En esta tesitura, no hay duda de que Marcelo Ebrard es un político moderado. A pesar de ser históricamente el apoyo incondicional de AMLO a lo largo de su carrera política (el lector recordará las bochornosas imágenes del cierre del Paseo de la Reforma y la instalación de las tiendas de campaña en la principal avenida de la Ciudad de México) y de haber servido bajo sus administraciones, Ebrard se ha caracterizado por una sensibilidad política que le colocado públicamente como un político “moderado”.
Para la mala fortuna de Ebrard, la moderación del canciller ha sido empañada por los extremismos de Morena, y muy en particular, por el desdén de AMLO hacia la democracia y la ley.
Por tanto, podemos asegurar, como lo hace Manuel Díaz, que Marcelo Ebrard encabeza la lista de “moderados” en el seno de Morena. En otras palabras, se coloca en el centro de un partido marcado por personajes radicales que buscan imponer en México un modelo de Estado lejano de la democracia liberal y más cercano al venezolano o nicaragüense.
Según ha trascendido, Ebrard buscaría, ante la falta de apoyos por parte de AMLO y de la cúpula morenista, la candidatura de Movimiento Ciudadano, y quizá, en un ejercicio de especulación, de la alianza PRI-PAN-PRD. Este hipotético suceso supondría un golpe descomunal contra el presidente y el partido oficial, pues no únicamente Ebrard “el apóstata” abandonaría Morena en manos de los radicales, sino que sería capaz de atraer a los morenistas inconformes con el extremismo de sus miembros.
En suma, si AMLO, haciendo resucitar las prácticas priistas de antaño, opta por Claudia Sheinbaum como abanderada de Morena para 2024, la oposición, léase, MC en solitario y a la alianza tripartita, tendrían la opción de convocar a Marcelo Ebrard para unirse a la campaña del candidato selecto, o quizá, como abanderado de la candidatura.
¿Estará dispuesto el leal Ebrard a abandonar a su padre político? ¿Dejar al hombre que acompañó en las horas más penosas de su carrera? ¿Al personaje que le hizo secretario de Seguridad Pública, Jefe de Gobierno y Secretario de Relaciones Exteriores? ¿Echará a un lado sus simpatías personales hacia el jefe del Estado y se sumará a una coalición que ponga fin al populismo rampante encabezado por AMLO y los radicales? Veremos. Y lo veremos pronto.