En el contexto del relevo de la administración pública federal, han surgido una serie de reflexiones sobre las necesidades a atender en materia educativa. En ese sentido, y con la finalidad de sumar a la discusión, aporto desde esta trinchera algunas consideraciones personales que he observado en los espacios de reflexión en los que he tenido oportunidad de participar.
En principio, un factor fundamental que me ha quedado más que claro es que se debe priorizar el aumento del presupuesto educativo. Actualmente, este se encuentra en niveles que no alcanzan en lo mínimo las recomendaciones internacionales para construir una educación de calidad. La próxima administración federal tendrá el gran reto de sensibilizar a las y los legisladores y hacer los ajustes presupuestales necesarios para destinar más dinero a la educación de las y los mexicanos.
Mucho y por muchos años se ha hablado de la necesidad de incrementar la inversión en materia educativa; sin embargo, muy poco se ha hecho al respecto. Aunado a ello, es importante señalar que ahora ya no basta con aumentar el financiamiento educativo, sino generar las condiciones para que este sea rigurosa y estratégicamente planificado, y contemple además los mecanismos que permitan a la sociedad conocer cómo y en qué se está gastando.
Saber, por ejemplo, el resultado final de los programas en los que se han invertido millonarios recursos, como becas, programas de infraestructura escolar, capacitación, entre otros, que, si bien son muy buenos en sus fines, poco se sabe hasta ahora del impacto que han tenido en mejorar las condiciones educativas y de vida de la gente.
Por otro lado, identificamos también el tema de la evaluación educativa. Una dimensión del sistema de suma necesidad, y que, a juzgar por las acciones implementadas en los últimos años, ha sufrido descalabros importantes, desde una considerable merma en su presupuesto hasta la falta de claridad en los resultados de instituciones que tienen la alta responsabilidad de implementar acciones al respecto, como es el caso de MEJOREDU, cuyas críticas a su desempeño han alcanzado el nivel presidencial, figura que hace unas semanas planteó su desaparición.
La evaluación educativa es un factor crucial para entender la dinámica escolar y educativa. No solo trata de saber qué y cómo se está llevando a cabo, sino que permite tener diagnósticos claros de la realidad en la que estamos parados maestros, estudiantes, padres y madres de familia para, a partir de ello, tomar decisiones que atiendan áreas de oportunidad y/o consoliden los avances.
Hasta hoy, poco sabemos de los resultados de la política educativa actual. Lo único que tenemos cierto es que el rezago educativo es evidente y sigue latente, y en constante incremento por fenómenos como la llegada del COVID-19 a México. En este contexto, la administración entrante deberá trabajar en serio por mejorar el modelo de evaluación educativa en todos los niveles.
Lo anterior son tan solo dos aspectos de por lo menos una veintena que, particularmente, he identificado en el marco de las preocupaciones de grupos de maestros de educación básica y media superior, y académicos de instituciones de prestigio con quienes he tenido la oportunidad de conversar en espacios como el Movimiento Nacional por la Transformación Sindical y el programa televisivo digital Causa Magisterial, que tengo a bien dirigir semana con semana.
Dichos espacios, como este que me brinda el prestigiado SDP Noticias, resultan muy importantes, pero a la vez limitados para reflexionar los grandes retos de la educación pública en México, pero sin duda son de gran valía para aportar algunas ideas desde la experiencia personal y profesional.
Abrir el debate por y para la educación, y para y desde la comunidad académica y magisterial, hace mucha falta en nuestro país, en la lógica de construir conjuntamente y desde la participación social un proyecto educativo que permita mejorar las condiciones de vida de nuestra población, sobre todo de la más desprotegida. Es por ello que mi reconocimiento a todas y todos aquellos analistas que con sus textos aportan diariamente algo más a la reflexión.
Si en algo coincidimos con la visión de nuestros políticos, es que la educación es una herramienta fundamental para el desarrollo humano y social. Hagámosla posible entonces desde el diálogo constructivo y desde nuestras trincheras. Abrir y fortalecer este debate por significar la educación en la vida diaria es una necesidad apremiante.