Hace poco asistí a una boda en un pequeño lugar de nuestro México ubicado en el Bajío.
Fui más por compromiso que por gusto y aunque quise evitar el sermón religioso donde los enamorados dirían “sí acepto” , también asistí.
Mi vista se entretuvo deleitándose con la arquitectura del lugar. El estilo barroco característico de las iglesias de esa ciudad, conservadora y religiosa en extremo, absorbió mi mente y quizá como un mecanismo de defensa olvidé por varios minutos el sermón y la cursilería de esos eventos donde las parejas juran ante dios que permanecerán juntos hasta “que la muerte los separe”.
No coincido.
Un pretendiente que tuve hace años sufrió una especie de parálisis facial cuando me preguntó qué pensaba del amor eterno y le dije: “El amor eterno dura hasta la primera cita … O en el mejor de los casos hasta el segundo orgasmo”.
Así, irreverente como soy, me cuestionaba qué hacía sentada en esa iglesia, cuando de pronto, el cura hizo un “anuncio parroquial”.
“La elección de este año no está ganada. Tenemos que defender nuestros valores cristianos y salir a votar para evitar la catástrofe, el derrumbe de la moral y la familia. Tenemos que evitar que el demonio gane”.
No sé si los novios lo demandaron pero yo lo hubiera hecho .
¿Era una boda o una arenga política? El sacerdote habló de noticias “estrambóticas” que difunden los agoreros del desastre, quienes aseguran que “algo terrible va a pasar“ y que todos vamos a morir, ya sea por la delincuencia o por la política que defiende el aborto y menosprecia la vida.
Creo que dios sí existe porque me hizo el milagro de callar e impedir que dijera: “padrecito, no mame”.
Y así como este señor, leemos columnistas enfurecidos que disfrazan su ira con el temor de la “catástrofe que viene”. Raymundo Riva Palacio escribió en El Financiero el pasado 22 de enero que las elecciones del 2024 serán violentas por culpa del presidente, cuya estrategia contra el crimen organizado es fallida, según su opinión.
Otros columnistas rabiosos son Loret de Mola, cuya obsesión contra el presidente y su familia le tiene los sentidos obnubilados y puedo mencionar más, que haciendo uso legítimo de su libertad de expresión aturden y desinforman a los ingenuos, que como el señor de la arenga política en pleno casorio repiten como loro lo que “la gente cuenta”.
Lo único cierto que dijo el clérigo es que hay que salir a votar.
En esta elección están en juego 629 cargos a nivel federal (incluida la presidencia del país) y 19 mil 738 a nivel local. Los y las candidatas a alcaldías, regidurías, al Senado y diputaciones provienen de distintos partidos políticos, unos mayores y otros menores.
Desde 2018 Morena ha ido ganando terreno en todo el país y hoy el PAN gobierna solo cinco estados, el PRI y Movimiento Ciudadano dos cada uno y el Verde Ecologista solo San Luis Potosí.
No hay que ser experto en matemáticas para saber quién tendrá mayoría en la próxima elección.
Al derecho y al revés
Cada quien sus fobias o sus filias pero la perorata de que “ahí viene el coco” y el Apocalipsis está por llegar no funciona, a menos no como los catastrofistas quisieran.
La derecha sigue esperando su turno en las preferencias electorales que cada día dan más ventaja en las encuestas a la candidata morenista Claudia Sheinbaum.
Ayer aquí en SDP Noticias se publicó una nota sobre la reciente encuesta de MetricsMx, que da a la ex jefa de gobierno capitalino una ventaja de 37 puntos sobre Xóchitl Gálvez, muchísimos, ni hablar.
Las elecciones no se ganan con sermones religiosos ni con plumas cizañosas que por algún motivo pretenden infundir temor e impedir la participación ciudadana en las urnas. El abstencionismo, ese sí, es el enemigo a vencer y más conviene a la derecha que voten muchos o de lo contrario en los pocos estados del país que aún gobiernan pueden perder espacios frente a la ola guinda.