John no es cualquier huracán. Y parece que nadie le dio importancia. Me impresiona que ya se contaba hoy por hoy con la experiencia por la desgracia ocurrida en Acapulco por el huracán Otis.

John se veía venir cargado de agua y destrozo. Les he platicado que desde siempre he tenido una particular fascinación por la meteorología.

Quizá es porque mi hermana me decía siempre: “fíjate en las nubes, va a llover”. Prácticamente ella me daba todos los días el reporte del clima... Cómo la extraño.

El tema es que sigo muchas cuentas en X especializadas en el clima.

Todas ellas vaticinaban que John era potencialmente peligroso. Pero no llegaba a ser categoría 3, lo cual relajó a la población… y al gobierno.

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Pero John “vomitó” muchísima agua para luego adentrarse al mar para adquirir más fuerza y volver a esparcir una cantidad de agua aterradora... Pero el gobierno estaba en otros temas.

Tristemente, muchas personas de la oposición empezaron a lanzar los mismos discursos de odio que lanza el presidente: “No vamos a apoyar a Acapulco, porque todos votaron por Morena”. Y entonces caen en lo mismo que tanto critican.

No señores y señoras, Acapulco nos necesita, no podemos darles la espalda.

Ese Acapulco dorado allá en los años 60, 80 y 90 ya quedó atrás. Las personas que se esforzaron durante un año en volver a levantar sus negocios y viviendas, John ha venido a tirarles todo de nuevo.

Nos necesitan. Y nos necesitan porque el presidente en su mañanera, en medio de un Acapulco ahogado, dijo que hoy era su última conferencia porque el lunes habría “un bailongo”.

Totalmente escindido, un presidente totalmente alejado de la tragedia. Ya no le toca a él, pensará. Ya dijo que no se va a su rancho prontito, así que se va a quedar, grábense muy bien lo que les digo, para seguir agrediendo y seguir enojado.

Le entregará un país a Claudia Sheinbaum el 1 de octubre con un Acapulco inundado porque de aquí al martes la tragedia continuará, y por supuesto cientos de manifestaciones por el “02 de Octubre, no se olvida”.

Creo que no midieron bien las fechas.

Pero mi columna básicamente es para hacerle un llamado a cientos mexicanos de buen corazón, aquellos que pueden lidiar con el enojo y el coraje, y hacerlo a un lado, para ponernos nuestro traje de solidarios  y organizarnos para llevar ayuda a Acapulco.

El desastre apenas comienza.

¿Cómo lo enfrentará Claudia Sheinbaum el martes? No lo sé. Pero tenemos que ayudarla. Es urgente.

Dejemos a un lado este pensamiento pueril de “yo no ayudaré a Acapulco porque votaron por Morena”.

¡Basta!

Es cuanto.