A medida que se acerca la elección los ánimos se alteran en el cuarto de guerra de Claudia Sheinbaum y Palacio Nacional. La desesperación los lleva a sacar lo peor de sí mismos con acciones que no se conciben en un jefe de Estado ni en quien aspira a gobernar un país.
Enfurecido es capaz de usar todo el poder de su investidura para destruir a quien puso por escrito y con datos verificables lo que pasa en la realidad: hay más víctimas mortales por la violencia y la inseguridad, no crecimos al 6% sino que quedamos en un mediocre 1%, la población en pobreza extrema aumentó y los niveles de corrupción convierten a su administración en la más corrupta de la historia.
Otro personaje que lo ha dicho y demostrado es el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas en su libro “Por una democracia progresista” donde rompió con Andrés, que en represalia corrió de su administración a su hijo Lázaro: “El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no es de izquierda… Estoy viendo al país con muchos rezagos todavía y sin propuestas sobre cómo superar estos problemas de pobreza, empleo, seguridad, escaso crecimiento económico, deterioros ambientales, todas las cuestiones que tienen que ver con género, etcétera”.
El cinismo
Las justificaciones del presidente ya son de risa loca, y sólo muestran que está fuera de sí: “No hay más violencia, hay más homicidios”; sobre el mega fraude en Segalmex: “Expriistas engañaron a Nacho Ovalle” y todo el que informa, critica o comenta, o publica algo que exhiba la ineptitud de su gobierno, responde a intereses oscuros: “son tiempos de elecciones”, “quieren ensuciar su gobierno” o es “politiquería”.
No reconoce nada aun teniendo la evidencia en la cara, como la corrupción de sus hijos, los que aseguraba, no intervendrían en su gobierno.
La tragedia
Otro asunto que lo tiene fuera de sí, con el que antes de forma miserable lucró y ahora descalifica o ignora es la tragedia de las madres buscadoras. Él y Martí Batres en la CDMX las atacan, hacen oídos sordos y se lanzan en contra de Ceci Flores por haber encontrado un crematorio clandestino al sur de la capital. Para Batres: “Es un montaje lo que vimos y podría decir ya después de lo que sucedió, un montaje frustrado” y AMLO la acusa de ser un “peón”: “Vinieron de Sonora y de Chihuahua personas que no nos quieren a nosotros y que pertenecen al bloque conservador, que desde luego defienden causas que son muy justas, pero a veces se trafica con el dolor humano”.
Y ni que decir de la infamia contra María Amparo Casar Pérez, quien tuvo el atrevimiento de escribir un libro bien documentado y verificado en el que describe el fracaso de un gobierno populista.
La destrucción de la izquierda
Se ha especulado acerca de que AMLO nunca aceptará la derrota electoral y es una realidad, para él, la única elección legal fue la que ganó en 2018. AMLO renunció a su militancia en el PRI porque no le dieron la candidatura a Tabasco y aceptó la oferta de Porfirio y Cuauhtémoc sin nunca haber sido parte de la corriente democrática.
Fue entonces que inició su carrera en contra de las instituciones democráticas hasta destruir al PRD y dañar de gravedad a la izquierda marginando a personajes como Heberto Castillo, Gilberto Rincón, Mario Saucedo, Raúl Flores y Guadalupe Acosta Naranjo, para privilegiar a los desechos del PRI y del PAN.
AMLO se rodeó de personajes que como él, nunca aceptaron el proceso democratizador impulsado desde la reforma político electoral de 1996. Con la ciudadanización del IFE/INE, con el Tribunal Federal Electoral como la autoridad que declarara la validez de las elecciones y no el Congreso como juez y parte. Esas reformas abrieron paso a la alternancia, los gobiernos divididos y a la normalidad democrática.
¿Qué hará si pierden?
AMLO y Claudia ya se dieron cuenta de que Xóchitl Gálvez representa la esperanza que México requiere y parece que AMLO hará hasta lo imposible por evitar que gane.
Tiene un plan bien establecido en contra de las instituciones, por ello ordenó al Senado -como lo hizo con el INAI- detener el nombramiento de dos magistrados del Tribunal Electoral, la autoridad que tendrá que validar la elección presidencial, buscando impedir que el Tribunal declare a un ganador y generar una crisis de gobernabilidad.
De no favorecer a su candidata ¿reconocerá AMLO los resultados? La respuesta es no.
De ahí su falta de serenidad, no le importará crear una crisis peor que la de Trump en 2020, o el plantón de Reforma en 2006. A Andrés le importan un bledo las instituciones, la Constitución y la ciudadanía y México. Él buscará imponer a su candidata por cualquier vía.
X: @diaz_manuel