Derivado de la pandemia de Covid 19, la industria aérea tuvo una de sus peores crisis. Antes, la más reciente que había sufrido la aviación fue la del año 2001, tras el ataque a las Torres Gemelas, en la ciudad de Nueva York.

Uno de los grandes retos para las líneas aéreas fue mantenerse a flote, y para lograr sus objetivos no dudaron ni un ápice en recortar personal, así como llevar a cabo una reingeniería en la optimización de recursos, entre los que hay que mencionar, se tradujeron en recortes a los salarios y prestaciones de los trabajadores.

Y justo el tema del personal puso en jaque a la mayoría de los aeropuertos europeos en este verano pasado. ¿Cómo olvidar el mar de maletas en la terminal aérea londinense de Heathrow (Londres), o las kilométricas filas para entrar a la terminal de Schipol (Amsterdam)? Todo, derivado de la falta de personal.

La recuperación económica de las aerolíneas no se refleja proporcionalmente en la recontratación de una enorme cantidad de empleos que tuvieron que recortarse por la crisis del Covid. Y una realidad es que muchos de los que se quedaron en la pandemia sin su empleo no piensan regresar, derivado de los recortes tan agresivos que hubo a los salarios.

Esta fue una de las principales razones por las que se tuvo un verano terrorífico, y aunque en nuestro país algunos aeropuertos se saturaron, no llegamos -ni por equivocación- al caos que sí se vivió del otro lado del mundo. A pesar de eso, no podemos cantar victoria, pues hay “aromas” de que se está cocinando un bonito caldo de cultivo, que derivará en caos este fin de año.

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En una columna anterior les comenté de una práctica, nada recomendable, de asignar a los sobrecargos, “por rol”, actividades propias de los agentes de tráfico, esto con Volaris. Un error por donde quiera verse, pues no fueron contratados para eso, ni cuentan con el perfil ni el adiestramiento correspondientes. El trabajo de las Tripulaciones aéreas es considerado por la Ley Federal del Trabajo como uno de los “Trabajos especiales”, por lo tanto, en mi opinión, la administración de Volaris se encuentra vulnerando la seguridad de sus operaciones.

De por sí seguimos degradados a Categoría 2, y pareciera que las exigencias de las líneas aéreas para “apurar” la recuperación a Categoría 1 es solamente de dientes para afuera, pues en los hechos este tipo de prácticas de intercambiar cargos no abonan en absoluto a un buen manejo de la seguridad aérea.

Otorgando el beneficio de la duda, uno pensaría: bueno, Volaris es una empresa joven y es la falta de experiencia en la industria aérea la que pone en marcha esta “ocurrencia” entre los diferentes grupos de trabajadores, pues no conoce a fondo cómo funciona esta actividad económica. Pero lo que me sorprende -y sigo sin dar crédito- es que sea Aeroméxico quien lance una campaña de “voluntarios” entre sus sobrecargos.

Hace unos días les llegó a mis compañeros sobrecargos un correo institucional por parte de Aeroméxico en donde los invita a participar como “voluntarios” durante la temporada alta. El correo tiene por título ¡Vive la operación como voluntario en esta temporada alta!, y es una invitación de la empresa que comanda Andrés Conesa para que los sobrecargos se inscriban como “embajadores”.

Pero ¿qué significa en realidad? El correo plantea que el programa de “embajadores” funcionará del 5 de diciembre de 2022 al 8 de enero del 2023, y el sobrecargo que lo desee podrá escoger un día o más. El horario a cubrir es el de mayor afluencia de pasajeros, de 5:00 de la mañana a 9:00 y un segundo horario de 14:00 a 18:00.

La “ayuda” que ofrece la aerolínea del Caballero Águila a sus trabajadores es pagar el Uber, Didi o cualquier otro transporte que sea vía app, o bien cubrir el pago del estacionamiento de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. ¿Y qué labores desempeñarán estos embajadores voluntarios? Aquí viene lo más interesante.

A diferencia de Volaris, que asigna a sus sobrecargos trabajar uno o más días como agentes de tráfico, Aeroméxico lo matiza con la palabra “voluntarios”, pero las labores son exactamente lo que hace el personal de tierra conocido popularmente como “tráfico”, que va desde:

  • Asesoría a clientes
  • Soporte en uso de kioskos
  • Apoyo en áreas de Check-in

El cargo de Agente de Servicios a Pasajeros es de una gran complejidad; no solo consiste en recibir al pasajero, sino que implica conocer y manejar con precisión y celeridad una serie de programas específicos; uno de ellos SITA (Société Internationale de Télécommunications Aéronautiques), cuya plataforma es utilizada para la reservación de los boletos de los pasajeros. Obviamente, cada aerolínea maneja diferentes programas.

Les contaré una anécdota: tenía 18 años y fui contratada como recepcionista bilingüe en SITA, cuyas oficinas principales estaban en la colonia Roma y los servidores se ubicaban entonces el aeropuerto Benito Juárez. En una ocasión se les cayó el sistema de reservaciones, y recuerdo que me llamó desesperada una persona de una aerolínea para pedirme que le pusiera en contacto con un técnico, pues se vieron obligados a documentar a los pasajeros “a mano”. En palabras más simples, a expedir los pases de abordar de manera manual.

Hay que ser claros y decirlo sin ambigüedades: el campo de acción del trabajador de tierra, y su perfil, son completamente diferentes a los de un tripulante de cabina; creer que de manera voluntaria y sin pago de por medio un sobrecargo va a ir a trabajar en “apoyo”, es una falacia. Y seamos honestos, cómo no es el trabajo para el que fue contratado, al sobrecargo no le computarán las horas de servicio dentro de su nómina.

AeroMéxico

La realidad no se puede ocultar: falta gente que quiera trabajar como agente de servicio al pasajero o tráfico por poco más de $6,500 pesos al mes. La gran idea, innovadora y creativa es “apoyarse” en el grupo de sobrecargos para que de manera voluntaria vayan y trabajen gratis, desempeñándose en una actividad para lo que no fueron contratados.

¿Dónde está Luisa María Alcalde? ¿Acaso ya se puede contratar a un quiropráctico y que haga este el trabajo de un cardiólogo? Al fin ambos están en la misma rama de la medicina. ¿Usted, estimado lector, se haría una rinoplastia con un ginecólogo? ¿verdad que no?, pues eso es lo que pretenden tanto Volaris como Aeroméxico ante la falta de personal para esta temporada alta.

Desde mi punto de vista, tuvieron el tiempo suficiente para mejorar la oferta salarial para los agentes de tráfico, para hacer un reclutamiento con personal que cubra el perfil que el puesto requiere, y para no llegar a la temporada alta con los dedos en la puerta.

Las malas decisiones de la administración de las líneas aéreas no es responsabilidad de los trabajadores, ¿qué sigue? ¿poner al capitán a lavar los baños de avión?, digo, si de ahorrar se trata. Es importante que los directivos sean responsables; si no lograron tener el personal que se requiere para la temporada alta, es buen momento para hacer ajustes de última hora, pues al final quienes terminan padeciendo son los usuarios, mismos que padecen las demoras -si bien les va-, o las cancelaciones por falta de personal suficiente.

Si las líneas aéreas siguen buscando ahorros a través de sus trabajadores, van por el camino equivocado. Lo único que están logrando es un gran descontento por parte de los pasajeros, que con justa razón reclaman por el “pésimo servicio”, malos tratos, personal poco capacitado y falta de información, por nombrar lo menos.

Si en Aeroméxico no tomaron nota del caos suscitado en Europa, y no previeron con tiempo suficiente, es imposible que con un programa de “Embajadores Voluntarios” logren tener el personal suficiente para esta temporada alta.

Tal vez en las hojas de cálculo los números cuadren; tal vez desde un escritorio funcione pensar “sí, mis trabajadores tienen bien puesta la camiseta”, pero la realidad es muy diferente. No es indolencia del trabajador, simplemente que estas personas, de carne y hueso, que ya se apretaron el cinturón en más de una ocasión para mantener su fuente de empleo, saben que si salen a laborar en un día de descanso, y sufren un accidente de trabajo, el Seguro Social no los va a cubrir.

Nos guste o no hay leyes y reglamentos que se deben cumplir. La falta de personal no es justificación suficiente para violentarlos, y menos con el acto abyecto de decir que “es voluntario”.