Marcelo Ebrard quiso verse como un competidor explosivo con el lanzamiento de su libro de autoelogio. Fue su primera gran ofensiva. Lo ha presentado en todo el país con un enorme gasto de promoción en anuncios espectaculares y hasta en las pantallas luminosas de algunos aeropuertos.
En efecto, ese fue el primer gran ataque del canciller, al que no respondieron —o no inmediatamente— sus rivales en la contienda por la candidatura presidencial de Morena.
Aceleró bastante Marcelo para intentar recortar la distancia que en las encuestas le separa de Claudia Sheinbaum. Logró acercarse un par de puntitos, pero pronto la jefa de gobierno recuperó la ventaja. Claudia no se desesperó, no apretó el paso, siguió a su ritmo y cuando la embestida de Ebrard perdió fuerza, las cosas volvieron a donde estaban: una diferencia de dos dígitos a favor de ella.
Ayer Marcelo, intentando verse todavía más explosivo, lanzó su segundo gran ataque: anunciar que el lunes renunciará a la Secretaría de Relaciones Exteriores para dedicarse de tiempo completo a su campaña.
Por lo que trascendió después de una cena del presidente AMLO con la corcholata y los corcholatos, en tal reunión se llegó a un acuerdo que daba la razón a cierta propuesta de Marcelo: renunciar a sus cargos para pelear por la candidatura presidencial después de que, el próximo domingo, fije las reglas el Consejo Nacional de Morena, encabezado por Alfonso Durazo, gobernador de Sonora.
Esperar los tiempos del Consejo Nacional. Tal fue el acuerdo al que se llegó frente a los y las líderes más importantes de Morena a nivel nacional, como la gobernadora electa del Estado de México, Delfina Gómez Álvarez, y los gobernadores de Sinaloa, Rubén Rocha Mocha, y de Baja California Sur, Víctor Manuel El Profe Castro Cosío.
Sin duda Ebrard había logrado una victoria parcial con la decisión de que renuncien a sus cargos quienes aspiren a la candidatura presidencial.
Pero, por gandalla, el canciller convirtió su momentáneo triunfo en una derrota ética.
Dijo Yuriria Sierra, en Excélsior, que “el todavía canciller no metió segunda velocidad… ¡metió cuarta!” al anticiparse a sus rivales a renunciar a su puesto.
La inteligente Yuriria quiso ensalzar a Marcelo de esa manera, pero esta vez la columnista de Excélsior no se dio cuenta de que exhibió la gran debilidad del secretario de Relaciones Exteriores: por gandalla perdió empuje en vez de ganarlo. Y es que en un coche cuando se pasa de la primera a la cuarta velocidad saltándose la segunda y la tercera, el vehículo se desacelera bruscamente. Lo saben muchas personas que han cometido ese error.
De inmediato, Ricardo Monreal dijo del anuncio de Ebrard que era una “estrategia”, esto es, el senador utilizó un eufemismo de agandalle, ya que habían quedado de tomar esa decisión después de la decisión del Consejo Nacional de Morena.
Salvador Camarena, columnista de El Financiero que trabajó para una asociación civil fundada por el ultraderechista Claudio X. González, dijo que Ebrard con su “estrategia” marcó un gol y apuntó que ayer hubo en redes sociales una campaña contra Marcelo organizada por los “ultras morenistas” —despectiva forma de referirse a la gente más identificada con el proyecto de izquierda de AMLO—.
No sé si sea cierto lo que afirmó Camarena, que los morenistas que más han apoyado al presidente López Obrador cuestionaron el agandalle de Marcelo en redes sociales; sí es un hecho que la comentocracia y la clase política que más detesta a Andrés Manuel festejó lo que hizo el canciller:
- Rosario Robles en Twitter: “Audaz y congruente @m_ebrard anuncia que renunciará a la @SRE_mx para buscar candidatura de MoReNa. Coloca a los otros contendientes en situación incómoda. Sobre todo a quien depende literalmente del puesto, porque sin el cargo no es nada”.
- Joaquín López Dóriga en Milenio: “¡Tengan para que aprendan!”.
- Raymundo Riva Palacio en El Financiero: “La hora de Marcelo”.
- Jorge Fernández Menéndez en Excélsior: “La decisión de Ebrard rompe un círculo vicioso y obliga a los otros aspirantes a cambiar también. Habrá que ver si es suficiente, si dejar el cargo el 12 de junio debilita o fortalece. Mi opinión muy personal es que Marcelo es mucho más competitivo desde la calle que desde la cancillería”.
- Salvador García Soto en El Universal: “El paso adelante de Marcelo”.
- Francisco Garfias en Excélsior: “La renuncia de Marcelo Ebrard lo pone un paso adelante del resto de las corcholatas de Morena. Ese acto de congruencia presiona a los otros tres aspirantes que ocupan cargos públicos para que sigan el mismo camino”.