La conducta o la personalidad de las personas dan un giro cuando hay intereses de por medio. Es como una alternativa que te dice qué hacer y cómo actuar. Hablo de los asesores extranjeros de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México que están orientando equivocadamente a Claudia Sheinbaum. La verdad es que eso se nota, incluso en la narrativa emulada del propio presidente Obrador; le reconozco a Claudia que lo admire como millones de mexicanos, pero no era necesario tanta imitación del contenido de su lingüística pues lo único que hace es evidenciar las limitantes.
Sabemos que lo que habla y expresa es parte del libreto estratégico para conectar con la población. Es evidente, pero además esas mismas declaraciones no conectan porque Claudia no tiene la simpatía y la chispa que posee el presidente Obrador. Me podrán decir que las encuestas, aunque el posicionamiento no a ha sido mérito de ella, sino del mismo Andrés Manuel que la metió a la baraja de presidenciales, así como de la maquinaria excesiva de publicidad que hay en todo el país a su favor, sin olvidar la cargada antidemocrática y a destiempo que están efectuando algunos gobernadores (as) y funcionarios públicos.
Si hubiese verdadera democracia y justicia en Morena, Claudia no hubiera sido -en este instante- la jefa de Gobierno de la Ciudad de México porque -en aquel momento- nunca superó a los demás aspirantes. Curiosamente ganó la encuesta de Morena que jamás se publicó ni conocimos la metodología, es decir, por obra y magia de quienes tienen injerencia desde el poder político de las cúpulas es que salió el dedazo.
Eso es de dominio público. Asimismo, es de conocimiento general que hay -desde este momento- una estrategia para tratar de dominar los reflectores de posicionamiento, pero también en su afán por allanar el camino es evidente que hay un esquema de guerra sucia contra sus principales adversarios dentro de Morena.
Layda Sansores nos demostró que, con su espectáculo televisivo, trata de frenar al coordinador de los Senadores de Morena como aspirante reconocido, incluso, por el propio presidente López Obrador: Pasó de ser una gobernadora, a convertirse en el mecanismo o el conducto de golpeteo como se hacía en los viejos tiempos del presidencialismo del PRI.
No conformes con ello, todo indica que el canciller, Marcelo Ebrard, será el próximo objetivo para intensificar la guerra sucia contra él. La propia Claudia Sheinbaum esbozó el hecho a través de una entrevista. Quiso ser diplomática, pero se notó que intentó meterle zancadilla al secretario de Relaciones Exteriores cuando le recordó su trayectoria pasada en las filas del PRI.
No fue muy gentil, ni mucho menos fue un gesto amable pues se trata de un ataque directo al canciller. Así se notó la entrevista con el medio internacional El País. Pero no hay necesidad de ello, digo, falta mucho tiempo y todo parece indicar que, en el cuarto de guerra de Claudia, no quieren competencia interna. Puede ser que no toleren el hecho de tener tres aspirantes con los que tengan que medirse sí es qué hay una metodología plural y democrática que -a estas alturas- lo dudo.
Tengo muchísimas dudas de ello, especialmente por la libertad con la que actúa Claudia Sheinbaum haciendo campaña con publicidad y dispendio. No sé y no me consta sí ella pagó ese sinfín de propaganda, pero de algún lugar tiene que salir ese derroche que le ha dado rienda suelta a la difusión de la imagen de la jefa de Gobierno con espectaculares, bardas, pintas y cuanto más medio que sirva como vía de posicionamiento.
Qué no vayan a salir y sorprenderse el día que el árbitro electoral les niegue el registro con el pretexto de qué es una embestida del INE. Bastante evidencia y testimonios hay que justifican que, desde que AMLO adelantó el juego sucesorio, están violando la ley con actos anticipados de campaña. De hecho, tengo la sensación que ya tienen -desde este instante- una estrategia preparada por sí llega a ocurrir una decisión del Tribunal Electoral.
No sé, me da la impresión, sin embargo, de lo que sí estoy seguro es que, la jefa de Gobierno, se está equivocando en su estrategia, sobre todo porque hay un fuego amigo descarado, primero, con dedicatoria especial al coordinador de los Senadores de Morena a través de Layda Sansores. De esa misma forma -aunque con menos intensidad- todo indica que seguirá el canciller, Marcelo Ebrard, que muy probablemente padecerá la embestida. Me refiero a la guerra sucia.
He ahí el punto clave que lograrían encontrar dos presidenciales que pueden jugar en la misma cancha. Recordemos que, la política, es de estrategias y alianzas. En una de esas el canciller se suma al proyecto de Reconciliación por México. Todo puede pasar.
Pero hay de estrategias a estrategias. Ésta que están echando andar a favor de Claudia no funcionará; y no servirá porque desgasta a Sheinbaum -quién ganará otro adversario político- que no se quedará con los brazos cruzados para contraatacar.
Construir y no destruir, esa es la clave. No la han entendido aquellos que provocan la guerra sucia porque sienten, desde este momento, ser los elegidos del señor.
No toleran la competencia ni la pluralidad como lo hacen los grupos radicales de Morena.