Quien esto escribe tiene un amigo, a quien llamará Juanito para proteger su verdadera identidad. Juanito se identifica a la izquierda en el espectro político, muestra genuino interés por los problemas que aquejan a su país y hace lo posible para cambiar el sistema en que creció. Como repudia el racismo y el sexismo, también intenta cambiar sus actitudes clasistas y machistas. Un buen tipo, nuestro Juanito.
Con dicho perfil, resulta fácil adivinar que Juanito votó por AMLO en 2018 y celebró el cambio que se veía en el horizonte; también resulta fácil adivinar que Juanito no entregó su voto a ciegas y exige mucho a esta administración, pues legitimidades son amores.
En 2021, las cosas no fueron iguales a 2018: el gobierno de AMLO cometió errores muy graves, como la militarización de la seguridad pública o el trato a los extranjeros en búsqueda de refugio. Para colmo, Morena y sus aliados presentaron como candidatos a la elección intermedia a muchos impresentables. Y, lo más importante: se cayó el la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México que construyeron y/o administran un par de estrellas de la autonombrada 4T.
Este escenario hizo a Juanito replantearse muchas cosas, y terminó votando por la alianza opositora “Va por México”.
Días después de la elección, quien esto escribe reclamó a Juanito su voto, argumentando altura de miras, pero recibió como respuesta un “no me arrepiento”.
Pues resulta que el jueves pasado Juanito compartió en su red social favorita la noticia de que senadores panistas habían firmado una carta contra el comunismo con el partido español Vox, ese esperpento de partido clasiracista, antiinmigrantes, antiderechos y monárquico.
Nuestro Juanito, arrepentido, acompañó la noticia con la siguiente leyenda: “Justo en el voto de castigo”.
Desde antes de ver tal publicación, quien esto escribe ya había pensado en Juanito al leer que el PAN se juntaba con Vox. El PAN no representa nada de lo que Juanito defiende, pero de todos modos votó por tal partido en aras de mostrar su enojo ante los muchos errores de la 4T.
Se trató de una actitud loable, pero fútil. El PAN tiene un origen fascista, nazi, y esto no es algo que se diga a la ligera: hay libros que documentan la simpatía de los fundadores del partido por Hitler y Mussolini, y su intención de replicar esa agenda en México. O sea, Juanito el de izquierdas votó por el fascismo.
El día de los reclamos, Juanito expresó que el PAN no es ya un partido con visión “del siglo pasado”, sino “una plataforma para actuar conforme a lo que convenga”. Pues Juanito se equivocó: el PAN sigue siendo nada más que una agrupación de racistas y clasistas. Y ni hablemos de sus evidentes ligas con el crimen organizado. Ni de su servilismo ante los grandes capitales. El PAN sigue siendo lo que se debe enterrar de la política, lo mismo en México que en España. El PAN sigue siendo el enemigo de Juanito.
Una reflexión final:
Los partidos Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática deben analizar la conveniencia de ir al 2024 con un partido de fascistas. De rateros están llenos los partidos, pero fascistas, lo que se dice fascistas, nomás se ven en uno. La alianza podría -debería- romperse con el affaire de Vox y cambiar el escenario electoral.