“Cuando se lucha por ideales, principios y por lo que realmente creemos, la derrota no existe”.

René Juárez Cisneros, ex coordinador de los diputados federales del PRI.

René Juárez Cisneros nació en La Laja, una humilde colonia de Acapulco, Guerrero. Nació como los grandes: en la cuna de una familia modesta, pero trabajadora. René fue uno de esos hombres a los que la vida no les regaló nada; se forjó a sí mismo hasta llegar a ser un verdadero hombre de Estado, que gobernó con solidaridad y generosidad: la única forma en que sabía hacerlo.

Orgullosamente afromexicano, se formó en instituciones públicas; como miles de costeños, trabajó en las playas atendiendo a los turistas para poder concluir sus estudios. Con mucho esfuerzo, se graduó como licenciado en Economía por la Universidad Autónoma de Guerrero.

Leal a su propia historia de vida, como servidor público se erigió en un defensor de las causas de los sectores menos favorecidos, como la educación gratuita, pública y universal, especialmente para las niñas y niños más vulnerables. En cada una de sus encomiendas, abanderó el pleno reconocimiento de los pueblos afromexicanos como una de sus prioridades; y fue un leal compañero en la lucha de las mujeres para erradicar todas las formas de desigualdad entre los géneros.

Guerrerense de lucha, trabajó desde la infancia hasta su último aliento; entregó toda su capacidad, todo su talento y todo su compromiso a practicar la buena política, esa que “con la fuerza de la razón y el corazón” ofrece resultados a la gente.

Comenzó su trayectoria en la administración pública en 1981, como coordinador del Comité de Planeación para el Desarrollo del estado de Guerrero. En 1987 se desempeñó como Secretario de Planeación y Presupuesto del estado, cargo que repitió en dos ocasiones más. En 1990, fue electo como presidente municipal de Acapulco, tras conquistar la candidatura en una reñida elección interna.

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Fue diputado federal por primera vez en la LVI Legislatura. Dirigió el Comité Estatal del PRI entre 1996 y 1997; de 1999 a 2005 gobernó su querido estado: Guerrero; nuevamente, su postulación fue gracias al respaldo mayoritario de la militancia priista. En 2012 fue electo senador de la República, cargo que sólo dejó para desempeñarse como subsecretario de Gobernación entre 2016 y 2018, un espacio en el cual realizó un trabajo político discreto, pero inteligente y conciliador.

En 2018 se convirtió en líder nacional del PRI, donde tuvo la enorme responsabilidad de promover la unidad en uno de los momentos más críticos para el partido. Su gran conocimiento de la vida partidista, que él mismo recorrió desde las bases; junto con su profundo amor por los colores de nuestro instituto, le permitieron encabezar al priismo con un liderazgo sensible, cercano a la militancia como pocos.

Desde el primero de septiembre de 2018 hasta el triste día de su partida, se desempeñó como diputado federal y coordinador Grupo Parlamentario del PRI en la LXIV Legislatura. Fue ahí, en la Cámara de Diputados, donde tuve el privilegio de atestiguar de primera mano las virtudes de su ejemplo: su eterna sencillez, su sobrada capacidad, su incansable esfuerzo, su compromiso partidista, su permanente apertura al diálogo.

“El Negro”, como cariñosamente era conocido, destacó por su carácter firme, digno.

Nunca se rajaba, siempre estaba dispuesto a alzar la voz para defender sus causas; nunca tuvo miedo de decir lo que pensaba. No era un hombre de confrontación, pero sí de debate, de diálogo franco y respetuoso. Su talento para destrabar negociaciones y construir soluciones le valió el reconocimiento de propios y ajenos.

Pero René Juárez Cisneros fue un hombre leal a sus convicciones. Siempre defendió que “cuando se lucha por ideales, principios y por lo que realmente creemos, la derrota no existe”. Con esa convicción, siempre fue un servidor público intachable, que podía salir a las calles para hablarle de frente a las personas, con la confianza de no haber defraudado a nadie. Un verdadero ejemplo de lo que significa ser priista.

Con profundo pesar, despedimos a un excepcional ser humano, padre, líder y compañero de batallas; un hombre que sabía que la honorabilidad no la da el cargo sino la lealtad a los principios; un hombre siempre dispuesto a brindar un consejo empático, una palabra de aliento o un abrazo solidario; un hombre que dedicó su vida a servir a su gente, congruente con sus principios; un hombre que, hasta sus últimos días, se dedicó a proponer, debatir y construir leyes con lo que tenía de sobra: experiencia y capacidad para gobernar.

La vida de René Juárez Cisneros, ante todo, siempre será un recordatorio de que no importa de dónde venimos, sino hasta dónde queremos llegar.

No le decimos adiós al hombre, le damos la bienvenida a su legado.

Hasta pronto, jefe.

Alberto Rubio Canseco

Mi Twitter: @Alberto_Rubio