Me declaro ignorante en las cuestiones legales porque son cosas de los humanos, es decir, quien declara justicia o injusticia siempre es una persona, un juez o alguien que puede tener preferencias que al final por más objetivo que sea, nunca podrá colocar todas las razones, aunque lo intentara.

Prefiero las leyes naturales y las reglas claras, no tantas artimañas que hacen la aplicación de la ley enredada.

Hace poco, en una plática de café, comentaba con un amigo sobre lo complicado que debe de ser para un abogado explicar algo que tal vez el no entienda. Hablamos sobre los grandes maestros y la simplicidad con la que explican los conceptos más complicados y como las personas más inteligentes no andan con complicaciones.

Recordé a varios maestros de mi infancia que explicaban de una manera sencilla conceptos que podrían ser bastante complicados y como la transmisión del conocimiento científico la hacían sencillísima. Los grandes profesores tienen la habilidad de enseñar lo más complicado de manera sencilla y hacer bien para los alumnos o personas interesadas en el tema.

Vuelvo al tema de Monterrey.

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He preguntado a varias personas por qué una victoria contundente de más de 40 mil votos no puede ser acreditada como una victoria. También me pregunto como todos estos impugnadores tienen la facilidad de hacer documentos de tantísimas hojas y quien las lee realmente. ¿Esto es práctico?

Ha durado más la impugnación de la elección de la alcaldía de Monterrey que lo que duró el Jimmy Lozano en la dirección técnica de la Selección Nacional.

Solo póngase a pensar, ya paso la Euro Copa, la Copa América, se llenaron las presas y aún no tienen una solución a este caso donde la lógica llama a la victoria de alguien que tiene más de 40 mil votos de diferencia sobre su mas cercano perseguidor.

Mire que los otros excandidatos ya salieron a reconocer que no hubo ninguna anomalía en la elección y el proceso sigue abierto.

Esperemos que ya tomen una decisión y que puedan trabajar tranquilamente en la transición, 40 mil es mucho.

¡Ánimo!