A raíz de la nota “¿Quién es Alejandra Barrales? La política que regresa a México con los tenis fosfo fosfo”, publicada en este espacio informativo, me gustaría ampliar la información. Yo la conocí en 1998, cuando entré a volar en Mexicana de Aviación y ella era secretaria general de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA de México).
No es casual que conozca su historia. Fui secretaria de actas de ese sindicato del 2007 al 2011, y además de convivir en varias ocasiones con ella, conocí de primera mano sus antecedentes, gestión y trabajo como representante sindical. Primer punto, efectivamente Alejandra fue sobrecargo, pero no de Mexicana de Aviación como dice la nota, sino de Aeronaves de México. Esto es, a ella le tocó la quiebra de la antigua Aeroméxico.
Recordemos que en aquellos ayeres, la aerolínea del caballero águila entró en la requisa, por ser la aviación un sector estratégico; posteriormente de la mano de la sindicatura, se creo una nueva compañía aérea, denominada Aerovías de México, donde sería recontratada Alejandra. La nueva empresa mantuvo el nombre comercial: Aeroméxico; por ese motivo el grueso de la población no se enteró del movimiento.
Alejandra Barrales es originaria de la colonia Tránsito; su padre era chófer, su madre ama de casa y siempre tuvo conflicto con su origen. Ella metió a su hermano Esteban a volar en Aeroméxico, también como sobrecargo.
Alejandra fue secretaria de prensa de ASSA, y fue parte importante del movimiento llamado “MURS” (Movimiento Único de Renovación Sindical), que fue encabezado por ella y otros compañeros, tanto de Aeroméxico como de Mexicana de Aviación, con miras de renovar -electoralmente hablando- al sindicato.
Sin embargo, una de las cosas que hizo durante su primera gestión como secretaria general fue modificar los estatutos, para poder reelegirse. Después, intentó repetir la acción para llegar a una tercera gestión, pero las votaciones se empantanaron.
Varias veces cruzamos palabras, e incluso fui a algunos desayunos protocolarios con ella, pues siempre le gustó invitar sobrecargos a sus eventos, y no dudo que ahora lo vuelva a hacer, pues utiliza la retórica de que está muy orgullosa “de sus raíces como sobrecargo de aviación”.
Puedo decir -con los pelos de la burra en la mano- que sus dos gestiones como secretaria general de la ASSA, (cada una de 3 años), fueron de claroscuros. Es cierto que consiguió algunos beneficios para los sobrecargos, y aunque con ella el sindicato creció al “jalarse” el contrato de las sobrecargos de Aeromar y a las de Aerovías Caribe, también es cierto que fracasó estrepitosamente en el caso de los sobrecargos de TAESA.
Al grado que un par de años, tanto los sobrecargos de Mexicana como los de Aeroméxico estuvimos aportando recursos económicos para apoyar al sustento de los “corridos de TAESA”, hasta que finalmente algunos se pudieron colocar en ambas empresas.
Otro “logro” de la gestión de Barrales al frente de ASSA fue que los sobrecargos de Mexicana de Aviación contratados después del 89, obtuvieran el derecho a la jubilación, tanto para mujeres como hombres, a los 30 años de servicio; una cláusula que por cierto perderíamos tan solo cuatro años después, a manos del del entonces secretario general Francisco Villarreal, discípulo de Alejandra, en el año 2005. Esto se hizo en aras de hacer más atractiva la aerolínea Mexicana de Aviación para Gastón Azcárraga, quien finalmente la adquirió.
Pero tampoco podemos dejar a un lado el escándalo de fraude con el tema del Seguro de Vida de los sobrecargos, que no estaban asegurados y que hizo miles de transas, al grado de que fue llevada a una asamblea sindical por ese tema. Sin embargo, logró ser salvada por el voto de sus incondicionales; sí, literalmente sacaron a los sobrecargos de sus casas en la madrugada para que fueran a votar a favor de ella; recuerdo muy bien como muchos de ellos llegaron en pijama a la sede sindical.
Pero su hermano Esteban no corrió con tanta suerte; al contrario. Alejandra lo había puesto en la Comisión de Vigilancia para cuidarle sus espaldas, pero no pudo evitar su destitución. Muchos agremiados deben recordar cómo al no poder justificar sus acciones y omisiones en el cargo, uno de los argumentos que usó para su defensa fue “es que me estoy divorciando”.
Alejandra tiene muy buena labia, nadie lo pone en duda; me tocó verla en muchas asambleas, en juntas particulares e incluso cuando fue a la sala de reservas a convencernos de apoyarla para que llegara al PRD.
“Gracias” a ella, los sobrecargos tanto de Aeroméxico como de Mexicana perdimos varias revisiones. Les cuento: cuando Barrales quiso entrar a la política, su padrino político Francisco Hernández Juárez, líder sempiterno del Sindicato de los Telefonistas y Presidente Colegiado de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), la recomendó con Rosario Robles, quien en aquel entonces era jefa de gobierno del Distrito Federal, en lugar de Cuauhtémoc Cárdenas, que se había ido como candidato a la presidencia de las elecciones del año 2000.
Para poder acceder a una diputación, Rosario le pidió hacer una obra social, y qué mejor que una guardería para los hijos de los sobrecargos. Como les comento, ese elefante blanco nos costó varias revisiones, pues fue pagado con el dinero que las dos aerolíneas se ahorraron al no tener aumentos nuestros salarios y prestaciones; y actualmente ahí sigue el edificio de la guardería, nunca se inauguró porque el IMSS fue muy enfático, solamente se podía operar dentro del horario que manejan el resto de las guarderías.
Jamás se pensó en algo muy obvio: los horarios de los sobrecargos no se parecen en nada a los del resto de trabajadores inscritos al IMSS. Los infantes no podían ingresar a la estancia en otros horarios, ni permanecer más de las horas establecidas, lo que la volvió inoperante mucho antes de ser siquiera inaugurada la famosa guardería de los sobrecargos de ASSA.
Tras dejar la secretaría general de ASSA, Alejandra Barrales se fue a trabajar al gobierno de Michoacán con el hijo de Cuauhtémoc, Lázaro Cárdenas Batel, y se llevó a un montón de sobrecargos en su aventura; compraron casas en Morelia, cambiaron a sus hijos de escuelas, dispuestos a radicar allá; cuando de pronto, sin decir ¡agua va!, Alejandra tuvo que poner pies en polvorosa y se regresó a la Ciudad de México, dejando a varios de los compañeros colgados de la brocha.
En la secretaría general de ASSA, dejó una estela de corruptelas, y tentáculos todavía vigentes con Ricardo del Valle, quien dejó el cargo apenas el año pasado, tras once años de ser secretario general de ASSA de México. Ahí su hermano Esteban Barrales, a pesar de haber dejado de ser sobrecargo desde mucho tiempo antes, seguía metido en el gremio, pero ahora como boyante proveedor del sindicato de sobrecargos.
Según documentos del sindicato, cada mes se le pagaba más de un millón de pesos, aunque todavía se desconoce qué bienes y servicios proporcionaba. Eso sí, recientemente se les vio tanto a Esteban Barrales como a Ricardo Del Valle, haciendo “compritas” en el nuevo centro comercial “Mitikah”. Y es que se rumora, que Esteban, quien está casado con una sobrecargo de Aeroméxico, se dedica a “vender boletos de descuento” de la compañía.
El verdadero poder de Alejandra Barrales radica en que es una excelente operadora política; sabe sacar dinero hasta por debajo de las piedras. Le pesa mucho su origen (de dónde viene), y por eso en cuanto llegó a ser secretaria general adquirió un departamento en la calle de Adolfo Prieto, en la colonia Del Valle. Muchas veces estando en el sindicato, jalaba a todas sus amigas, de otras carteras y puestos sindicales y se iban al ZARA del antiguo Centro Coyoacán, y regresaban todas “uniformadas”, por decirlo de alguna manera.
Pasó por varias cirugías estéticas, se puso brackets, y siempre ha cuidado mucho su imagen personal; eso no es censurable, pero quienes conocemos a “la negra” -como le dicen cariñosamente sus allegados- sabemos de todas sus inseguridades. Cuentan sus más cercanos que en 2006, cuando era diputada local y posó para la revista H junto a Lorena Villavicencio y Brenda Arenas, una de las peticiones que hizo fue que le engrosaran un poco las piernas.
Cuando pudo, compró su casa en las Lomas de Chapultepec; parece mantra, pero todos los políticos que sufrieron carencias, quieren suplirlas con una casa en las Lomas, tal como lo hace Xóchitl Gálvez, quien en realidad tiene su casa en las Lomas, aunque esa zona no lleve como tal ese nombre, sino Reforma Social; yo conozco la zona desde hace años, y sé que es parte de las Lomas, así como la colonia Chapultepec Morales es parte de Polanco, aunque no lleve el nombre.
Alejandra es sin duda un animal político, y muy bueno, eso hay que reconocérselo. Ya si es honesta y piensa en el bienestar de los demás, es algo que le toca a la historia juzgar. Ella tiene su propia agenda personal y sabe muy bien cuándo aparecer y cuándo lo que se debe hacer es “bajar el perfil”.
Así lo hizo; cuando salió de la secretaría general de ASSA no volvió a reaparecer hasta el 2004, cuando llegó a ese mismo cargo el sobrecargo Francisco Villarreal. Varios compañeros asistimos a un desayuno en el Centro Comercial Insurgentes, donde ella le daba “la bendición” a Paco. Cuando se acabó la gestión de Francisco, en 2007, entró su acérrima enemiga Lizette Clavel Sánchez. Solo un año después de esta gestión, Barrales se vio obligada… Perdón, consideró oportuno renunciar, y desaparecer de ASSA.
Y es que desde 2001 hasta 2008, Alejandra estuvo como sobrecargo de Aeroméxico, con permiso sin goce de sueldo. Su hermano Esteban siguió sus pasos y pocos años después de haber salido su hermana, se fue con ella a trabajar, aunque no se vio exento de escándalos. En 2014 la Contraloría de la Ciudad de México lo castigó con casi dos millones de pesos en sanciones.
Pero Alejandra regresaría a ASSA de México, y por la puerta grande, de la mano de Ricardo Del Valle, convirtiendo al sindicato en 2018 en su segunda casa de campaña.
Hoy Esteban es quien le abre las puertas de Movimiento Ciudadano, gracias a que lo pudo colocar como suplente Royfid Torres, y ahora es secretario de acuerdos de dicho partido. Favor con favor se paga, y lo mejor: todo queda en familia.