El pasado lunes se cumplieron 500 días del injusto encarcelamiento de Alejandra Cuevas. Injusto porque se trata de una violación de la justicia donde Alejandro Gertz Manero, el fiscal general de la República que está para protegernos, se convirtió en juez y parte.

Injusto porque Alejandra fue encarcelada a pesar de que la autoridad, tras analizar las evidencias, ya había determinado que no había delito que perseguir; injusto porque cuando fue arrestada estaba amparada; injusto porque apenas ocupar su cargo, el fiscal atrajo la carpeta de investigación a la fiscalía especial que reactivó el caso y después a la SCJN, para alargarlo y mantener a la señora en la cárcel. Injusto porque no fue parejo en aplicar la justicia en ambas hijas, las que, por cierto, no tenían nada qué ver con el cuidado del hermano del fiscal. Injusto porque pidieron a los hijos de Alejandra que se declararan culpables de delitos que no cometieron para poder negociar la liberación de su madre. Injusto porque el fiscal se quedó con todos los bienes y le robó a quien fuera pareja por cincuenta años de su hermano, todas sus pertenencias y ahora pesa sobre ella una orden de aprehensión. Injusto porque secuestró a su hermano, se lo llevó a un hospital y fue ahí donde murió, estando bajo los cuidados del fiscal.

El caso de Alejandra Cuevas es mucho más que eso

Este no es el único caso, en las cárceles mexicanas hay una enorme cantidad de mujeres y hombres indígenas o de personas sin recursos para defenderse, sin abogados, que sufren por no tener acceso al debido proceso o que no saben que tienen derechos básicos una vez que son arrestados. Son miles de hombres y mujeres que hoy en día están privados de su libertad y simple y sencillamente se les mantiene ahí, en espera de ser procesados o sin que se haya determinado algún delito en su contra, que muchas veces son inocentes y que llevan años con sus vidas perdidas, sin sueños ni ilusiones, todo porque en México tenemos un sistema que actúa y se mueve con dinero, con influencias y con poder.

La procuración de justicia y la función del Fiscal esta quedando en querellas y vendettas personales y favores al presidente. La justicia se aplica sólo a los enemigos del poder presidencial y a las venganzas personales del Fiscal. Se perdona y protege a corruptos y delincuentes del fuero común y del crimen organizado que son aliados del poder. Ejemplos sobran, los hermanos y prima del presidente, los contratos de Bartlett, Ovidio Guzmán, pero no pasa lo mismo con académicos del Conacyt, adversarios del presidente, o los enemigos de Gertz como Santiago Nieto, Rosario Robles, la Universidad de las Américas o su propia cuñada.

Por eso es importante llevar la lucha de Alejandra Cuevas a la luz, por lo que significa y no tiene nada que ver con que sea o no una persona con los recursos para que su caso se conozca, no es así, tiene que ver con que la más alta autoridad en materia de impartición de justicia en nuestro país es la que se ha ensañado en su contra de una manera inhumana e injusta.

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¿Es este es el sistema de justicia al que aspiramos los mexicanos? ¿Es la transformación que se nos prometió?

Hasta ahora tenemos un presidente que se hace el ciego y el sordo ante esta y otras muchas injusticias. Lo que este caso muestra exactamente, es la podredumbre de este país que no mejoró en nada, por el contrario, empeoró, basta ver cómo se han recrudecido los crímenes y los delitos desde la llegada de Morena y la simulación de una supuesta transformación.

Ahora, después de ver las declaraciones del ministro presidente de la SCJN, Arturo Záldivar, lambisconeando y sacando temas que pasaron hace muchos años para encubrir la falta de justicia expedita en muchos casos, entendemos por qué se le pasó la carpeta al Poder Judicial, tal parece que Gertz Manero sabía que algo le sabe y lo tiene agarrado de tal manera que logró alargar el caso, sin importar que la hija se le haya hincado pidiendo clemencia, sin importar las protestas de miles de ciudadanos que reconocen esta gran injusticia.

México tras las rejas

Alejandra es una mujer libre, porque la celda que la mantiene presa la sostiene Gertz Manero con su prepotencia y autoritarismo. Esta situación se ha convertido en el ejemplo de algo que no merecíamos los mexicanos ni debemos permitir que suceda. Es un atropello brutal a la Ley y a las instituciones del país, un abuso de poder, una absoluta falta de respeto a los derechos humanos y pone en evidencia a un sistema de impartición de justicia podrido, sin contrapesos, donde desde lo más alto se actúa sin apego a la legalidad.

Alejandra es libre por el amor de sus hijos y de miles de personas, pero México está tras las rejas en las que la prepotencia, la impunidad, el dinero, el poder y la injusticia nos tienen metidos a través del “fiscal carnal”.