Se alborotó feo el gallinero ante el anuncio de Alejandra Del Moral de renunciar al PRI para apoyar a Claudia Sheinbaum en estos últimos días de la campaña presidencial.
Y como siempre, hubo quién la aplaudió, quien la satanizó y a quien le dio lo mismo. También, como siempre, está lo que se inventa, lo que se supone y lo que en verdad es. Tú verdad, la verdad distorsionada y la “verdad verdadera”. Algo así como el teléfono descompuesto.
La ex candidata a la gubernatura del Estado de México en la elección del año pasado decidió muy temprano ayer, 27 de mayo, hacer pública su renuncia al Revolucionario Institucional y apoyar a la doctora Claudia Sheinbaum, morenista, quien subió a sus redes sociales una foto donde ambas posaban. Y la bomba estalló.
Ni tardos ni perezosos los internautas, en su mayoría, se le fueron a la yugular y la acusaron de traidora. Otros la apoyaron. Unos ya la hacían en el gabinete de Claudia después de ganar las elecciones.
Todos opinando sobre lo que nadie les pidió opinar y sacando conclusiones a la ligera. Como si fuera la primera o la única mujer política que cambia de color.
Alejandra fue buscada por los medios. Primero, en el noticiero de Azucena Uresti dijo que el PRI estaba secuestrado por su dirigencia, específicamente por Alejandro Moreno, que prioriza el bien de México y de sus hijos y que en su reunión con Sheinbaum había concluido que no era necesario pensar igual para tener coincidencias y que no tenía cabida en el que fue su partido, el Revolucionario Institucional.
Posteriormente en el noticiero que conduce Joaquín López Dóriga en Radio Fórmula, Alejandra aclaró: no fue a “pedir chamba”, no fue invitada al gabinete de Sheinbaum y que renunciaba al PRI porque le habían cerrado las puertas.
En todo este alboroto, no podía dejar de meter su cuchara Xóchitl Gálvez, y arremetiendo contra Sheinbaum la tachó de incongruente y dijo que a la próxima presidenta del país le encanta estar ahí, rodeada de corruptos, recalcando que le encanta el PRIAN.
¿No se mordió la lengua? Alito Moreno, a quien ella parece adorar, ha sido la peor lacra que ha tenido el PRI en su dirigencia, y no solo eso, en la pasada elección mexiquense, donde Alejandra perdió frente a la maestra Delfina Gómez, el actual presidente tricolor huyó como las ratas cuando el barco empezo a naufragar y dejó sola a la candidata priista, ¿por qué Del Moral le debería tener lealtad ante tal humillación?
En eso, Alejandra tiene mucha más dignidad que Xóchitl, quien prefiere someterse al machismo de Moreno, Chucho Zambrano y Marko Cortés, porque sin ellos, no es nada.
Es preocupante la forma en que ataca la señora X a Claudia un día sí y el otro también. La ataca porque sí, porque no, por si las moscas y por si acaso, y eso es terrible, por decir lo menos. El desprecio por lo femenino en la candidata de la derecha asusta. El fin de semana la vimos expresarse con desprecio de Rocío Nahle de “ratera” en el mitin al que acompañó a José Yunes. No propongo que las ame o que las halague, no. Pero el insulto vulgar sobra en quien pretende ser la primera presidenta de México.
En contraparte, Claudia Sheinbaum lo ha dicho claro: si llega ella, llegamos todas. Y por eso recibió a Alejandra Del Moral. Punto.
Si Alejandra tendrá un puesto en el gabinete de Claudia, no lo sabemos. En realidad en este momento no debe importarnos.
Lo relevante, a seis días de la elección, es que la renuncia de la mexiquense a un partido que le cerró las puertas y que incluso la humilló nos confirma la decadencia del priismo, casi en vías de extinción y desnuda el fracaso de la coalición que abandera doña Bertha Xóchitl, a quien después del 2 de junio desecharán los mismos que ahora dicen apoyarla.
Al tiempo.