La próxima elección a gobernador del Estado de México contiene una connotación paradójica de una complejidad digna de analizarse.

Por un lado, se enfrenta la continuidad de una hegemonía partidista; y por el otro, un proyecto de hegemonizar políticamente al país bajo el poderío del oficialismo.

Al priismo le faltan argumentos históricos para persuadir al electorado. Sin embargo, a la opción de Morena le sobran motivos para disuadir al pueblo mexiquense de votarla.

La dicotomía se rompe en los protagonistas de la contienda.

Mientras que la candidata de la coalición conformada por los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, Alejandra del Moral, convence por su persona; la candidata de Morena y sus satélites, Delfina Gómez, capitaliza la popularidad del movimiento que la postula y del presidente de la república.

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La alternativa PAN, PRI, PRD, trasciende la cromática partidista y la politiquería, valiéndose por sí misma como mujer. Su contraparte tiene que valerse de todo menos de ella misma.

Quien vote por Alejandra de Moral lo hará por ella. No votará ni por el tricolor ni por el blanquiazul ni por el sol azteca; a cambio de quien lo haga por Delfina, que sufragará pensando en AMLO, en Morena, en los programas sociales, en las promesas sin cumplir, en la venganza contra el priismo.

Tan es así, que, por pusilanimidad y conciencia intranquila del gobernador, Alfredo del Mazo, del Moral Vela deberá realizar un trabajo titánico sacando a la gente a votar el día de la elección con ideas, con propuestas. Sin maquinaria electoral ni clientelismo. Todo lo contrario, a lo que fungirá como brío elector de los votantes de Morena.

Afortunadamente para los detractores del oficialismo, el padrón electoral del Estado de México es amplio. Se integra de manera plural, con una variedad de potenciales votantes muy interesante. Si Morena delega al aparato electoral la elección, perderán.

Se trata de la lista nominal más grande del país. Por ello el laberinto político inherente a un pronóstico del desenlace de la jornada.

Hace unos días yo anticipaba una posible diferencia de dos dígitos. Hoy lo único que puedo augurar, es que nadie la tendrá fácil.

Lo que es un hecho, es que ningún partido merece salir vencedor. Mucho menos Morena. Los priistas que hoy detentan el poder en el Edomex han claudicado a su historia por miedo a la justicia. Ojalá les salga mal la apuesta. Porque en su entreguismo se detecta su inmoralidad y sus probables crímenes.

Y si Alejandra gana, con esa valentía que se promueve, deberá procurar que, sin revanchismo, amorticen su flaqueza ética los traidores.

Porque ya sabemos que, si Delfina gana, imperará la impunidad.

Olvidan los anti priistas que con su voto a Morena contribuyen a que premien al gobernador y le perdonen todas sus culpas.

Mis respetos a las bases de todos los partidos. A la gente que camina enarbolando ideales. Estas personas y todos los mexiquenses merecen que sea una jornada electoral limpia; más también depende de que operadores de todos los partidos se conduzcan con legalidad.

En mi opinión, sin ser del Edomex, creo que Alejandra de Moral es la mejor opción. Su triunfo materializaría un embate contra el autoritarismo y contra el remedo de instauración de un gobierno totalitario en México.

En el momento que mando esta columna desconozco quién ganó el debate. Pero creo no es una apuesta arriesgada de esas que ni se ven, poder afirmar desde ahorita que ganó Alejandra del Moral.