LOS CLAROSCUROS
Los salvadoreños tasan su ingreso promedio en base al salario mínimo para ese país en el equivalente a 390 dólares al mes; los nicaragüenses en 260, guatemaltecos en 465, los ‘ticos’ –Costa Rica- en 760, los beliceños 336 y los hondureños 507 dólares por mes.
México se ubica en los 370 billetes verdes por mes, pero hoy no forma parte del factor comparativo.
Sin embargo tales montos no son significativos para el sostenimiento de los hogares de nuestros hermanos centroamericanos.
La vida en los Estados Unidos se ha llamado ‘per secula’ como el sueño americano, merced al acceso a salarios de 4 mil 761 dólares en promedio por mes y su gran actividad cosmopolita que hace ser deseada por todos los que no somos de ese terruño.
Un atractivo genial para cualquier persona de los países en desarrollo que, empleados en la escala de menos requerimientos técnicos, alcanzan incluso sin papeles para ejercer el trabajo de manera legal sueldos que superan a profesionistas de muy altos niveles en su país de nacimiento.
Razones de sobra que incitan y promueven la migración a hacer trabajos “que ni los negros quieren” como citaba un expresidente mexicano.
Sin embargo las causas de raíz son más intensas que sólo ese genial atractivo monetario.
Según informes de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe CEPAL el fenómeno migratorio en constante aumento, pasó de 1 millón de centroamericanos que cada año buscaban en 1990 alcanzar aquella dinámica estadounidense en la tierra del deseo, a 3,5 millones que se contabilizan en 2017.
Esta razón ha dado en criminalizar a la acción de buscar mejoras en la calidad de vida por parte de las autoridades del gobierno estadunidense, preocupados por la alta competitividad que significa a la economía local y el que esa gran cantidad de recursos que se transforman en divisas, abandonan las arcas nacionales.
Hoy el rubro del migrante es considerado una felonía junto a otras actividades como la trata de seres humanos y el narcotráfico entre otros.
Volvemos a las razones
La situación económica en su lugar de origen ocupa el primer factor con un 62% dentro de las causas que obligan a emprender el viaje a la incertidumbre.
La violencia destaca como segundo eje rector y la política local ocupa el deshonroso tercer puesto que incide en esa toma de decisión.
La migración inclusive ha evolucionado en su demanda, donde las mujeres hoy predominan en ese sensible departamento con las consabidas represiones, feminicidios y violencia sistematizada, junto con el nuevo elemento que son los menores sin acompañamiento.
¿Por qué enfatizamos sobre este sustantivo problema regional?
La vicepresidenta norteamericana Kamala –como afectivamente la llamó el mandatario mexicano- puso el dedo en la llaga.
Pondera esta reciente semana el tema y con la aprobación del presidente Biden hacen acuerdos para “Abordar la raíz de la migración, porque es un síntoma de problemas más grandes en la región”.
Desde mucho tiempo atrás las iniciativas de los gobiernos son paliativos que recrudecen el ataque a aquellos que solo buscan oportunidades de superación.
Estrategias como el Plan Mérida, fallidos desde su concepción, buscan contrarrestar los problemas de tráficos de armas y drogas, sumados a este característico asunto que no debería mezclar su fondo y forma. Con resultados nulos.
Kamala Harris, anunció un acuerdo de mayor alcance que involucra a los gobiernos locales pero también la solución y el trapito. Al menos 12 empresas de gran calado han decidido apostar recursos y talento para provocar y promover desarrollo que permita que quienes pretenden buscar en otras latitudes el sustento familiar, vean con mejores ojos las opciones que otorgan este esfuerzo compartido de autoridades y empresas.
Destaca Harris que no será un resultado inmediato y que requiere además de esas 12 empresas y 150 organismos civiles sumados al “llamado en acción” que más voluntades y recursos se apliquen para hacer más atractivo el no abandonar familia y su nación.
Si se logran ver materializados estos objetivos, sin problemas la silla del demócrata Biden tiene futuro para la amiga Kamala. Un gesto de dignidad y defensa de derechos humanos que agradecemos los latinos.
COLOFÓN. En México… bueno. Tan fácil resulta ‘tirar a la basura’ los uniformes con insignias mexicanas, que nos hace suponer que el sueño americano no permite traspasar la aduana con los colores del TRI. El softbol mexicano apenas paga en pesos… y son pocos.
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